Francisco J. Echazarreta

El ermitaño de la ciudad

Lo que el tiempo se llevó

Francisco J. Echazarreta

Lo conocí cuando asistíamos a la secundaria, siempre como un alumno modelo, todos queríamos en época de exámenes estudiar con él.

Francisco J. EchazarretaLo conocí cuando asistíamos a la secundaria, siempre como un alumno modelo, todos queríamos en época de exámenes estudiar con él. Gran estudioso, el alumno aplicado, un par de veces tocó en el mismo salón, en primero y tercer año, después lo volví a ver hasta la preparatoria, la No 5, fue ahí donde volvió a lo mismo. Apegado a los libros, estudioso, mas de pronto algo paso… ¿ Que pasó?

…No sé.

Segundo año de prepa y ya no fue a las aulas, ya no lo encontré más.

Se perdió en el pueblo, se perdió en la nada, de las veces de que un amigo se separa de ti y ya no lo ves.

Se perdió en los laberintos de la desilusión, de su soledad, perdido en los vericuetos de la vida, conviviendo y hablando con todos, aunque, solo encerrado en su mundo de “fantasías”, “lujurias” y “divinidades”.

La gente, le apunta con el dedo, lo señala, mas detrás todavía hay rasgos de la viveza y la astucia que un día le conocí.

Sufrió mucho el año antepasado y este el que pasó también, pero cada año que va a seguir, seguirá aumentando la carga de sus penas.

En ocasiones hablo con él, le ayudo un poco a levantar la pesada cruz que arrastra……Es ahí donde recuerdo la canción de Alberto Cortes

“Pobrecito mi patrón, cree que el pobre soy yo”

Y es que algunas veces me ha dado a demostrar, cómo en año de la adolescencia, que a lo mejor él es mas listo que muchos, que estamos caminando ganándonos el pan diario.

Que su amor fraternal continúe.
Recuerden a los que están encadenados con
ellos, puesto que nosotros mismos estamos
atados a un cuerpo.
Hebreos 13.3