Francisco J. Echazarreta

Mordiéndose la cola

Lo que el tiempo se llevó

Francisco J. Echazarreta

La descripción del siguiente articulo, parte está apegada a la realidad y parte apegada alas “fantasías” y las “divinidades”que una mente lucida de mas de (90) años me relatara.

Francisco J. Echazarreta

La descripción del siguiente articulo, parte está apegada a la realidad y parte apegada alas “fantasías” y las “divinidades”que una mente lucida de mas de (90) años me relatara.

La ilustre persona a la que me refiero, es parte de una familia de un rancho del rumbo de Sombreretillo y que nació a principios del siglo XX, en aquella época, se creó entre mascotas de todo tipo en su niñez, perros, cabras y vacas hasta en ocasiones tuvo la oportunidad de conseguir una serpiente o víbora de cascabel la cual fue domesticada poco a poco desde pequeña haciéndole una jaula con maderos cortados de los árboles.

Ahí la mantenía y la alimentaba, pero la vida en el rancho era dura y el tenia necesidad de emigrar, de ir y salir a buscar otros rumbos, otra suerte,(1917) decidió ir a Monterrey, para llegar se necesitaban dos días y medio en carretas de bueyes.

Hacer los preparativos para el viaje, agua en cantimplora, alimento para 3 días pastura para los bueyes, ropa para la muda y armarse de valor para tomar el atajo, pegado a la “Sierra de Picachos” hasta llegar al entronque del camino que venia de Sabinas, y junto a la sierra de Mamulique y adentrarse en ella para pasarla, después de surcar riscos e inclinadas lomas, llegar al altiplano.

Mira allá donde se ven aquellas montañas, en esas lomas
se podrá ver el cerro de la silla , donde de ahí es Monterrey
pero antes hay que pasar por esta llanura acamparemos a la mitad,
Ahí por el arroyo de Mamulique.

Llegaron hasta ahí que fueron algunas 3 horas mas de camino las 7 P. M. atardecía y pues acampar junto aquel arroyo, juntar leños, hacer una lumbre, preparar cobijas y a tratar de descansar.

Al poner la cabeza sobre mi almohada aquel pedazo de piedra envuelto con trapos, comencé a recordar las escenas de esa mañana despedirme de mis padres pidiéndoles que esperaran noticias, quería buscar trabajo y mejorar la situación.

Recordé a “Chavela” aquella mascota a la que le habíamos quitado los colmillos de joven para que nos mordiera,

Ya le habían crecido un gran cascabel y sus medidas eran casi cerca de los 2 metros, le había dado a comer una noche antes, una rata para que la “tragara” y le abrió la jaula de madera soltándola en el campo a su suerte.

En eso estaba pensando en el umbral de si pasar a tu sueño reparador o volver a lo “consciente” ese momento mágico que todos los humanos experimentamos… un ruido alteró su tranquilidad y encontró que sobre la carreta “chavela” había viajado con ellos, era la única explicación posible, estaba ahí “enroscada”, o la otra es de que los haya seguido hasta ese lugar.

Ni modo a viajar con ella, tomaron el camino y al llegar a las orillas de aquellas lomas, que avizoran en lo alto, arriba el “Cerro de la Silla”, a un lado a la derecha el “Cerro del Topo Chico” pero más abajo se localiza aquel pueblecito pintoresco de Ciénega De Flores.

Pero en un recodo “oh sorpresa” tremenda víbora negra que se avizora, para esto “Chavela” se le prepara para combatirla, la lucha es encarnizada de la que parece llevar la mejor parte “Chavela” ya que tal viboron negro casi le arranca el cascabel, incluso la ha sujetado tan fuerte de esa parte del cascabel que parece que se la esta atragantando y se la empieza a comer, “Chavela”en un arranque desesperado hace lo mismo y alcanza a morder la cola de la víbora negra y también hace lo propio para comérsela y así continuar, una agarrada de la otra y mordiéndose ambas la cola y otra atragantándose, en eso que se van tragando una ala otra y se desaparecen… mas lo único que aparece es un rayo muy fuerte de luz que me dice que ha amanecido y el camino hay que seguir.

¡Vaya Pesadilla!