Muy difícil ha sido y es todavía, la lucha que la mujer mexicana ha emprendido para alcanzar las mismas oportunidades que tiene el hombre en las diversas actividades de la vida cotidiana; años y años de marginación, de ser relegadas tan sólo a las labores del hogar, de sufrir humillaciones, burlas y menosprecio cuando se atrevían a "invadir" el campo masculino.
Combate desigual donde el machismo y la misoginia, es decir el odio a la mujer, imperan en todos los niveles de la sociedad; hoy, poco a poco, en base a tenaces esfuerzos y de escalar con vigor esa gran montaña llena de obstáculos y de incomprensión, la mujer mexicana ha avanzado, apenas se le empieza a reconocer, pero ya es un hecho que su presencia es necesaria en instancias gubernamentales, empresas y en muchas otras tareas comunitarias.
Todavía falta mucho camino por recorrer, vencer los escollos de un buena parte del sector masculino mal educado, lamentablemente desde el mismo seno del hogar, con la trillada frase de que la mujer debe estar en la casa, además enfrentar el canibalismo mujeril, porque a no dudar, en muchas ocasiones las críticas y descalificación de las mujeres, parten de otras féminas: si alguna destaca en la política, es porque brinca de cama en cama con políticos, si esgrime argumentos feministas, la califican de hombruna, machorra o lesbiana, en fin, multitud de críticas surgidas de las propias mujeres, sin olvidar la avalancha machista que las menosprecia de inmediato.
Si a lo anterior agregamos el doble trabajo a realizar, porque además de cumplir en la empresa, escuela, oficina y hospital tiene señalado cumplir con las tareas propias del hogar, a veces, sin contar con la ayuda del esposo y carente de ella si es madre soltera; difícil situación, repetimos, que debe desterrarse por medio de la educación, cultura, lucha tenaz por sus derechos y el convencimiento de su pareja para compartir los deberes del hogar.
En diversas etapas de la historia de nuestro país la mujer ha tratado de romper los moldes tradicionales, los cartabones que la han atado a la casa, a los quehaceres domésticos o a las tareas mujeriles; ¡ay! de aquella que se mostrara reacia en aceptar su suerte o destino, era juzgada con severidad, excluida de ciertos círculos sociales, era tachada de hombruna, marimacha o de mujer liviana y salerosa, por no emplear la clásica palabra de cuatro letras.
Fue hasta después de la mitad del siglo XX, cuando en México la mujer consiguió el derecho a votar y tuvieron que pasar varios años para tener una mujer gobernadora o senadora; el siglo XXI, será testigo del avance de la mujer en todos los campos, ojalá que el machismo y la misoginia vayan quedando en el olvido y la mujer siga luchando con pasión por sus derechos e igualdad de oportunidades.