El sofocante calor del mes de julio, hacía estragos en los sabinenses; las lluvias ciclónicas de los dos años anteriores no paliaban las altas temperaturas del verano de 1911. La rutina y monotonía envolvía a los moradores, algunos la disipaban con los tradicionales paseos al Ojo de Agua o ir a la acequia y al río a tirarse algunos “ranazos”; por las noches las pláticas afuera de las casas, sentados en cómodas mecedoras de palmito, vigilando a los niños en sus juegos.
Otros, iban en busca de emociones fuertes al barrio de “Las Playas”, nombre pronunciado entre dientes y con recelo, las damas cuchicheaban en sus reuniones sobre lo que sucedía en aquel lugar considerado maldito; algunos no muy santos varones, daban rienda suelta a su charla contando sus proezas con las féminas, dedicadas al oficio más antiguo del mundo.
Las riñas no eran frecuentes en el lugar, a pesar de las grandes dosis de alcohol consumido por los asistentes; sin embargo, la noche del domingo 2 de julio, minutos antes de las doce de la noche, urgentemente se localiza al Dr. Manuel M. De la Garza, en su domicilio particular, para que vaya a dar fe de las lesiones que sufrieron dos individuos, resultado de un pleito.
Todo inició cuando Jesús Cantú, joven de 23 años sacó a bailar a “La Chelo”, con el propósito de continuar toda la parada; al terminar la primera pieza soltó a la bailadora, quien fue y se sentó en las piernas de Margarito Santos, de 19 años; al reanudar el conjunto musical su actividad, fue con la chaconera, exigiéndole completar la parada. Margarito, le dice que no iba a salir porque estaba con él y agrega: “¿Qué clase de cab… era?” a lo que Jesús replicó: “Yo llego hasta donde tú no llegas” y saca su colt 45 pegándole con el cañón, en la cabeza. Ya caldeados los ánimos, Jesús, tirotea a “La Chelo”, por lo que viendo el peligro, la meretriz se retira en el acto; Margarito, saca una filosa navaja y tira varios golpes a Jesús, lesionándolo en el omóplato izquierdo, éste contesta la agresión y dispara en una ocasión, hiriéndolo también en el omóplato, con orificio de salida en el cuello.
El gendarme Felipe Lozano, detiene a Jesús., y recoge las armas utilizadas en la riña. El juicio se ventila en Villaldama, dando tiempo a Margarito, para que se recupere de la herida. Jesús nombra a José Garay, como su defensor y el contendiente a Gregorio Ramos, ambos ciudadanos muy respetados en la comunidad.
Después de varias citas, presentación de testigos, pruebas y demás documentos, el 11 de diciembre de ese año, el Juez de Letras de la Sexta Fracción Judicial dicta la pena a los rijosos:
Jesús: ocho meses, doce días de obras públicas.
Margarito: ochenta y cinco días de arresto.
Se les condenó a pagar los gastos de los peritos que intervinieron, más una fuerte amonestación para que no reincidieran.
Como suele suceder a Consuelo Martínez, la suripanta, causante directa del lío no se le detuvo, multó ni amonestó y muy quitada de la pena siguió en su intensa “labor social”.
Con el tiempo los lupanares de “Las Playas” se mudaron, pues el crecimiento de la población hizo que las familias protestaran, logrando su cambio al “Zumbido” que estuvo ubicado en el antiguo campo de aviación en lo que hoy es la Unidad Deportiva Alfonso Martínez Domínguez, luego “Los Arcos” a orillas de la Carretera Nacional en la salida a Nuevo Laredo, cumplen las funciones de las antiguas “Playas”; el ambiente sórdido y la poca higiene son las características del lugar, aunque más peligrosas por su falta de control sanitario, son las “mariposillas” que deambulan por las calles de Sabinas.
Fuente: AGENL, ramo Justicia 1911, Primera Sala, caja 552.