Los halagos aunque sean inmerecidos, a todos nos gustan; por el contrario, las críticas, aunque las merezcamos, nos parecen inmerecidas y no las aceptamos.
En el servicio público, particularmente. en el ámbito gubernamental, dicha situación es muy común, y los funcionarios, precisamente por su carácter de servidores públicos, están sujetos al escrutinio ciudadano, aunque existen los "conchudos", que ni ven ni escuchan y las críticas les hacen lo que el aire a Juárez.
Sin embargo hay otros de piel muy fina y sensible, que no soportan ni el más leve cuestionamiento a su labor, aunque tampoco hacen nada por mejorar aquello en lo que están fallando, y que es, precisamente, lo que motiva o da lugar a las críticas.
Llega a ocurrir que los gobernantes, del nivel que éstos sean, cuando se acerca el final de sus mandatos empiezan a dar señales de cansancio y aburrimiento, y de que ya están hartos por las críticas y señalamientos de los ciudadanos, lo cual, desde su punto de vista, consideran injusto.
En este tenor, hace unos días, el Presidente Felipe Calderón Hinojosa asistió ala comida anual que organiza la Revista “Líderes Mexicanos”, entre los que se encontraban Claudio X. González, Alejandro Martí y Federico Reyes Heroles, y ante las severas críticas y cuestionamientos sobre la situación imperante en el país, el Mandatario, les, respondió “si no les gusta, háganlo ustedes”, señalando, también, que “es del cocol ser político y aguantar todo lo que se dice de los políticos”, e incluso los conminó a organizar su propio Partido y ser ellos los candidatos.
Posiblemente esto se deba al síndrome de fin de sexenio, e independientemente de que nadie los obligó; ningún gobernante debe olvidar que se les eligió para trabajar y para que desempeñaran su tarea de la mejor manera posible, anteponiendo siempre el interés comunitario al suyo propio o el de sus partidos, desde el primero hasta el último día de su gestión.
Castellanos
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo