Como ave impulsada por el viento que flotando va en el aire, así ha transcurrido tu vida; pues no has permitido que las piedras del camino, impidan tu ligero andar. Has transitado por sinfín de veredas, algunas eran parejas y te trasladaban por vericuetos llenos de flores y luz; pero otras fueron negras y horrorosas y te acarrearon sufrimiento que tu supiste vencer con resignación, acompañada siempre de tu fiel Esposo, que te había dicho al oído, como Díaz Mirón: ¡Confórmate, mujer! Hemos venido – a este valle de lágrimas que abate,– tú, como la paloma, para el nido,–¡Y yo, como el león, para el combate!

Naciste en un año en que el pueblo de México se movía inquieto queriendo alcanzar su reivindicación; ya me imagino a tus padres llevando de prisa a sus hijos para el rancho” La Parra”, para protegerlos de los vaivenes de la guerra; te criaste escuchando los ruidos de la naturaleza, la tórtola y la paloma de alas blancas te arrullaban en tus siestas vespertinas; mientras que los cenzontles y los cardenales te cantaban al amanecer; el trajinar de Doña Clotilde y Don Jerónimo, te despertaban; pues ellos con sus prisas para ordeñar las vacas uno, y la otra preparando los alimentos primeros del día, se les olvidaba que tú, cerca, dormías tu sueño de ángel.
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