El 17 de febrero de 1813, un grupo numeroso de indios comanches se aproximó al pueblo, robaron gran cantidad de ganado, sobre todo caballos, yeguas y mulas mansas, las cuales utilizaban como alimento. Tal situación los caracterizaba con respecto a los demás indios bárbaros, se decía que su ropa y todas sus pertenencias estaban impregnadas de olor a equino, el rastro fétido a jamelgo era identificable en forma inmediata por los exploradores.
El capitán de milicias Juan José de los Santos, al advertir el peligro, tomó las precauciones necesarias para evitar daños y desgracias entre la población, así mismo, ordenó que toda la gente de ranchos cercanos volviera al real. Una hora más tarde se notificó, que indios de la nación Lipán venían huyendo de aquéllos, ubicándose en el arroyo del Camarón, cerca del Río Salado.
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