Héctor Mario Treviño Villarreal

El fin de los indios insurgentes de Vallecillo

Vallecillo

Héctor Mario Treviño VillarrealEl triunfo realista de la Chorreada en la Sierra de Picachos en contra de los indios insurgentes ayaguas y garzas, marcó prácticamente el fin de la insurrección organizada en el Nuevo Reino de León antes de la consumación de la independencia; con ello volvió la tranquilidad, sosiego y paz; sólo interrumpida por las acciones de los indios lipanes y comanches.

Sin embargo el 28 de agosto de 1813, en la Hacienda del Álamo de Vallecillo se presentaron en forma amenazadora un grupo numeroso de indios insurrectos, montando caballos con el fierro de Mónico Villarreal comandados por cuatro indios, entre ellos el indio Eusebio con escopeta en mano, también se pudo identificar al indio Eustaquio Constanza armado igualmente, y dos indios desconocidos armados también, y el resto cerca de treinta, con arcos y flechas; con campamento cerca del río Mezquital. Entraron a la comunidad sin encontrar resistencia, robaron todo tipo de provisiones que encontraron a su paso, después del saqueo volvieron al campamento; quedando todos los habitantes de la hacienda a la expectativa por si regresaban a fin de esconder mujeres, niños, provisiones y preparar algunas armas mientras se daba aviso al destacamento militar más cercano, pues a pesar de que manifestaron no querer agredir a nadie y tener intenciones pacíficas, no se pudo evitar el saqueo y algunos problemas con los vecinos que defendieron sus pertenencias, el saldo fue de varios lugareños golpeados con lesiones no muy graves y la alarma y miedo de la generalidad; informándole lo acontecido al Brigadier Joaquín Arredondo y Mioño, Capitán General del Reino.”i

Los reportes de saqueos y atropellos se manifiestan continuamente en este periodo, sobre todo: robo de caballos, alimentos, armas, valores y posibles lugares de reunión de infidentes. Era muy difícil para el ejército realista llegar a tiempo a los lugares atacados, por lo que procedieron a peinar la zona donde suponían tener éxito. No todos los indios de la región eran simpatizantes del movimiento; era notoria la diferencia de los adictos al régimen colonial como los tlaxcaltecas, con respecto a los ayaguas y garzas, por otro lado, los bárbaros daban igual o más problemas que los infidentes.

Los ayaguas y garzas de Vallecillo, desde que se unieron a Jiménez cuando vino a Monterrey, no cejaron en su intento por romper el orden establecido por los realistas, no importando oponerse en forma desventajosa a un enemigo superior.

Según Gonzalitos “las dos tribus de los ayaguas y garzas (…) perecieron todos, sin quedar uno solo, en la guerra de la independencia del año 1813 al 21. Todas las tribus (…) se redujeron al cristianismo y a la vida civil (…) a la esclavitud de las congregas. De las no reducidas, la parte que no pereció en las sangrientas persecuciones sufridas, se retiró a las regiones del norte, huyendo de la esclavitud y que sufrieron en carne propia cantidad de inocentes.”ii

Para la campaña en contra de los indios insurgentes, el gobierno realista gastó una cuantiosa cantidad de dinero, consolidó las compañías volantes y permanentes, para cubrir la mayor parte del Reino; distribuyó estratégicamente destacamentos para conformar una poderosa maquinaria militar y sentó bases sólidas para la seguridad de los colonos.

La represión fue brutal, acabando de tajo con las aspiraciones independientes del indio, no así con las de los criollos que más tarde logran su objetivo.

i Archivo General del Estado de Nuevo León. Correspondencia de Alcaldes Primeros de Vallecillo 1813—1829. Caja No. 1.

ii GONZÁLEZ, José Eleuterio. Noticias y Documentos para la Historia del Estado de Nuevo León. Monterrey, N.L. Imprenta Universitaria del Departamento de Difusión de la U.A.N.L. 1975. p.295.

Mario Treviño Villarreal
CIHR-UANL