(a mi amigo Nacho Zapata, quien entendió el misterio de la participación social)
Nuestra realidad en el mundo en el cual nos movemos y existimos, se nos presenta con varias oportunidades, características y rasgos que nos ayudan a fomentar un ambiente más justo, pleno y humano en la sociedad en la cual estamos inmersos. Todo lo que daña a la dignidad de la persona, son injusticias que claman al cielo indudablemente. Y solo aquellos que no les importa lo que sucede a su alrededor no quieren verlo. Padecemos signos evidentes de injusticia, pobreza y desigualdad. Hoy en día, los obreros exigen no ser tratados como objetos, sino como personas que tienen injerencia en los sectores económicos y sociales, en la vida pública y en la cultura. Y lo mismo sucede con los pueblos indígenas, con los campesinos, los desposeídos, los maestros y todos aquellos que con su mano y mente construyen un espacio más digno y equitativo para todos. De hecho, tanto los obreros como la empresa misma, deben participar en aspectos como el arreglo de los conflictos laborales. En caso de problemas en torno a la relación entre empleados y empleadores, debe predominar el diálogo y si la situación no mejora, pues entonces pueden hacer uso de una huelga.
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