A mí me siguen los espíritus: a la memoria de don Lázaro Garza Ayala
Una ocasión mi amigo Javier Francisco Solís, un linarense asentado en Santa Catarina y ahora residente en Fort Worth, Texas me pidió lo acompañara a una terapia que recibía en su espalda. Me dijo necesitar de alguien para traerlo de regreso pues no podía conducir después de la rehabilitación expuesta. Acepté y una noche acudimos a un consultorio situado en la avenida Eloy Cavazos, cerca de la avenida México en Guadalupe, Nuevo León. Cuando el médico nos atendió inmediatamente me hizo recordar: “¿tú eres el que escribió la historia de los panteones?”. Efectivamente entre 1992 y 1993 realicé un proyecto al amparo de la beca del Centro de Escritores de Nuevo León para escribir un texto con la historia de los camposantos. Esto me obligó a recorrer los 51 municipios de Nuevo León visitando la mayoría de los panteones. Mientras realizaba la terapia a don Javier me explicaba una cosa muy rara: “una vez entraste a un panteón con la energía muy baja y desde entonces te sigue el espíritu de un viejito”. De nueva cuenta le expliqué el verdadero sentido de mi estudio y que jamás había cometido alguna travesura o acto que dañara a la memoria de quienes esperan la resurrección de los muertos en un cementerio. Lo más interesante es que me advirtió: “yo puedo hacer que ese espíritu ya no te siga, ¿Cuándo vienes a verme?”. Por cortesía contesté que un día de éstos vengo para ver qué espíritu me sigue. Y obviamente nunca regresé.
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