Allá por el año de 1949 ingresamos a la Escuela Primaria “Manuel M. García”, aquella escuela que años después sería presa del fuego, su edificio reducido a cenizas y que como el Ave Fénix resurgió de ellas.
Hoy recuerdo a algunos de mis compañeros de aquel ayer: Ramiro Tamez, Bernando de León, Jesús Peña, Eduardo Flores, Saúl Lucio, Aurelio Pérez, José Contreras, Valdemar González, Héctor Santos, Manuel Villarreal, Panchito García entre otros y por supuesto a nuestro gran amigo Celso Garza Guajardo.
Conocimos a sus padres a Don Celso Garza Ríos carpintero de toda la vida, que labró con la mejor madera la existencia de su familia; a Doña Josefina conocida en el pueblo como Finita quien además de guiar a su familia como buen foco, formó en el pueblo un taller de vestidos, de aquellos vestidos que dieron fama nacional e internacional a Sabinas Hidalgo, a esta ciudad conocida como “La Capital del Vestido en México”.
En aquel 1949 estábamos en primer año, nuestra maestra era la Profra. Azucena Hinojosa Pérez, quien con estampas alusivas a una ala, a un elefante, a un indio, a un oso y a un racimo de uvas nos enseñó las vocales.
Celso desde ese entonces dio señales de su gran inteligencia, ¿Quién habría de decir que aquel niño que de manera incipiente aprendía las primeras letras, posteriormente habría de ser un gran escritor conocido hoy como “El Quijote de la Crónica”?
¿Cuántos libros escribió Celso Garza Guajardo? No lo sé, lo único que sé es que escribió un gran libro en cada una de las páginas de su existencia, escribió y modelo un formato digno de ser imitado.
Para un servidor Celso era un bohemio, un bohemio enamorado del ayer y evocando el pasado en el recuerdo y en sus crónicas llenas de sabiduría y romanticismo. Celso decía que los recuerdos son materia prima de la historia, en términos técnicos son la historia oral, emotiva y subjetiva a veces pero no por ello desechable.
Los recuerdos son necesarios en la historia formal, para que como ciencia pretenda confesar el pasado, apreciar el valor de los esfuerzos y compartir opciones para un fin mejor. El significado de los buenos recuerdos es que nos hace ser y ver la vida con humildad. La vida constituida por raíces, por viejas raíces que se han confundido con la tierra, los frutos se convirtieron en semillas y éstas a su vez han engendrado nuevos frutos.
Los logros, las deficiencias, y los errores del ayer no cuentan por sí mismos, son válidos solo como experiencias para incorporarse al presente, de una sociedad más compleja, de una sociedad más compleja que la de ayer.
Hoy se avizoran nuevos cambios en los sistemas educativos, que no son otra cosa más que el viejo anhelo del hombre por ser culto y hermano del hombre. Porque con ello se están conformando los recuerdo del mañana, como lo dijera nuestro dilecto amigo Celso Garza Guajardo: No porque los recuerdos hagan vivir, sino porque buscamos en los recuerdos el elixir para vivir más y mejor, porque así seguimos aprendiendo de lo que ya no está presente, pero que nos seguirá dando fortaleza de valores. En nuestro recuerdo siempre Celso Garza Guajardo.
Garza Inocencio
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo