Tal vez usted recuerde aquella lejana época en que empezaba la luz eléctrica en el pueblo, en aquel tiempo en que problemas técnicos o de muy variada índole, dejaban a oscuras al poblado; allá cuando no había arbotantes, aquellos arbotantes que sólo existían en la imaginación, en aquellos que poseían una imaginación avanzada, quizás tan avanzada como la de Julio Verne.
Tal vez usted recuerde la luz “tenue” o “muy tenue” de aquellos primeros focos que se colocaban en el cruce de alguna calle y que de manera “enrarecida” iluminaba la oscura noche.
Aquellas noches en que podíamos contemplar el firmamento lleno de estrellas y algunas otras donde una hermosa luna llena saturaba de paz y tranquilidad los espíritus.
Aquellas noches por donde paseaban los enamorados, en aquellas calles sin pavimento y cubiertas por “material de río” acarreado en ese entonces por aquellas legendarias carretas tiradas por un par de bueyes.
La pobre iluminación, el escaso campo visual que controlaban las lámparas y aquella electricidad en nacimiento, le daban al pueblo “un no se qué” de tranquilidad y romanticismo.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.
Garza Inocencio
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo.