“Todo retrato de un cronista es a lápiz y sobre papel. No requiere mas artificios. Papel y Lápiz, nada más. Se dibuja con palabras, en la soledad y en la duda de no llegar a saber a quienes y cuánto importará lo que en sí está delineando”.
“Todo retrato de un cronista es a lápiz y sobre papel. No requiere mas artificios. Papel y Lápiz, nada más. Se dibuja con palabras, en la soledad y en la duda de no llegar a saber a quienes y cuánto importará lo que en sí está delineando”.
“El cronista se retrata cuando escribe. No lo sabe pero así es. Las líneas de su pensamiento se desdoblan entre la indagación y la imaginación. Del ayer hasta el ahora, hasta él mismo, hasta que después no sea él, con objetividad trata de enlazar lo que ve con lo que siente, informa del pasado pensando en el futuro”. Estos son algunos de los conceptos con que Celso definía el retrato de un cronista, su hacer y su quehacer.
Dejó Celso infinidad de crónicas, de crónicas que relatan la vida de quienes alguna vez ocuparon algún sitio distinguido en el pueblo y porque no decirlo, de muchos que sin ser de los mencionados, también ocuparon lo renglones en sus escritos y con ello les reconocía toda su valía.
A raíz de la reedición del libro “Aquellos Años que Soñé”, hemos vuelto a deleitarnos con todas y cada uno de las crónicas, que nos hacer vivir nuevamente aquel hermoso tiempo soñado por Garza Guajardo.
Pero así está es mundo y éstas son Nuestras Cosas.
Hasta la próxima.