Hace tiempo, recuerdo, que cuando el Dios Tláloc se negaba a brindarnos la frescura y benevolencia de la lluvia, el pueblo hacía peregrinaciones y elevaba sus plegarias al Supremo, solicitando el vital líquido.
Hace tiempo, recuerdo, que cuando el Dios Tláloc se negaba a brindarnos la frescura y benevolencia de la lluvia, el pueblo hacía peregrinaciones y elevaba sus plegarias al Supremo, solicitando el vital líquido.
Hemos tenido un verano infernal, el agua de nuestra cascada dejó de caer, la presión del agua en la tubería disminuyó notablemente.
Pero con una poca de agua que ha caído, estamos desesperados y queremos que “ya no llueva”: Que no tenemos auto para llevar a los niños a la escuela, que no tenemos suficiente paraguas para protegernos todos, que no pudimos ver tal o cual juego en el deporte porque la lluvia inundó la cancha, estamos a disgusto porque no pudimos tener la parrillada al aire libre de los fines de semana.
Pero debemos considerar que en el termómetro el mercurio bajo el nivel, ya que no fue necesario encender el minisplit, hoy “la hacemos” con tan solo el ventilador.
Con la lluvia habrá nuevas expectativas para la agricultura y la ganadería.
Con la lluvia los frutales de la región se abaratarán y serán de mejor calidad.
Somos inconformes por naturaleza, que si llueve, que si no llueve, que si hace calor, que si no hace, que si corre aire, que si no corre, que si el río lleva agua, que porque no lleve. Somos la inconformidad andando, y por ello dicen; ¡Qué Dios no quiso ser negro!
Pero así está el mundo y éstas son Nuestras Cosas.
Hasta la próxima.
Garza Inocencio