A propósito de una gran mujer…
Recuerdo cuando niño un frase, que quizás hoy resulte obsoleta por su contenido pero que entonces motivaba y decía: “Había una vez…” y con ella se iniciaba una narración a veces no hermosa, pero siempre con un final feliz, porque había en ella algo de encantador y mucho de mágico, así se iniciaban siempre aquellos cuentos con que nuestros padres nos dormían.
Hoy quiero decir que: “Había una vez…” una casa a la que no debieron ponerle puertas, una casa habitada por una gran mujer que supo ser madre no únicamente para los suyos, sino también para todos aquellos que la necesitaban y que la respetaban igual que a los propios porque daban cotidianamente a su frente un fervoroso beso.
“Había una vez…” una casa que no debió tener puertas porque nunca las necesitó, el frío del invierno nunca estuvo allí, como decía Wilde: El jardín dejó de ser nevado, cuando llegaron los niños, y ahí siempre hubo niños que recibieron pan, abrigo, techo y sobre todo un intenso calor humano que sólo podía darlo aquella gran mujer.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.