Los profesores son uno de los agentes decisivos para elevar la calidad de la educación. Los propósitos educativos se cumplen en la medida que el docente emplea, en su trabajo diario, los recursos adecuados para la enseñanza. Por lo general, donde existe un buen maestro, los problemas escolares son menos graves. La intención no es asignarle una responsabilidad única, dado que ésta debe ser compartida con las autoridades, directivos, padres de familia y alumnos.
Sin duda, uno de los factores que se considera tiene gran influencia en el desempeño profesional de los educadores es el de su formación pedagógica, es decir, una formación congruente con las necesidades de su trabajo.
La metodología es la manera de crear y mantener favorables las condiciones de trabajo en clase para lograr un mejor aprovechamiento del tiempo y el aprendizaje. El poco o mucho aprovechamiento depende, en gran medida, de la dirección metodológica que el maestro utilice, ya que ésta determina las circunstancias y condiciones de orden que deben prevalecer en el ámbito escolar; todo método debe implicar aspectos de planeación, buena relación entre docentes y alumnos, eficiente motivación y una adecuación de las actividades escolares con relación al estado psico-social de los alumnos.
De manera muy general podemos decir que los modelos educativos en la clase pueden adoptar las siguientes formas: represiva, preventiva, conformista y educativa.
En la forma represiva, siempre se esta dispuesto a castigar el mal comportamiento de los estudiantes. Tanto docentes como directivos toman decisiones drásticas cuando ven perturbado el orden y la disciplina, ya sea dentro o fuera de la clase. Las características de la forma represiva son las calificaciones reprobatorias anticipadas, suspensiones, amenazas, tareas como castigo a causa de indisciplina y el ordenamiento de actividades a conveniencia de índole administrativo.
En la forma preventiva, se establece una fuerte vigilancia en la clase. Se toman medidas anticipadas para controlar al grupo, como aislar a los alumnos inquietos, no permitir por ningún motivo entradas y salidas del salón de clase, mantener controlados todos los movimientos de los escolares. Cualquier acto que el profesor considere incorrecto es motivo de disminución de puntos en la evaluación.
En la forma conformista, el docente muestra indiferencia, ya que solo dicta sus clases sin tomar en cuenta la constancia e interés de los alumnos. En esta manera de trabajar, la motivación del mentor no se basa en el logro de sus estudiantes sino en la satisfacción personal de sus propios intereses. Es común escuchar “todo es culpa del sistema como excusa automática ante el fracaso o la mediocridad.
En la forma educativa, el maestro aparece como un educador que toma el papel de líder, procurando conducir a sus alumnos a través de la comprensión y la reflexión, respetando la personalidad del educando, pero con intención de cambiar un mal hábito de trabajo por uno bueno: en lugar de reprimir, aconsejar, en lugar de fiscalizar, distribuir responsabilidades; el educador no controla sino que orienta y cree en las posibilidades del alumno, no impone ni domina, mas bien se convierte en ejemplo de dedicación, coherencia y organización, y crea en el aula un ambiente lleno de confianza, sin intimidaciones, amenazas o castigos.
Ante estas cuatro formas de actuar de nosotros los docentes, es necesario reconocer que la falta de evolución en la forma de impartir clases, el autoritarismo en las actividades escolares, el trato que se da a los alumnos sin tener en cuenta su contexto psicológico y social, conduce a resultados como las reprobaciones y el abandono de las escuelas.
La educación significa progreso individual y colectivo, y esta destinada a generar individuos capaces de edificar una sociedad mejor. En esta tarea, resulta imprescindible estar conscientes de la necesidad de elevar continuamente la congruencia pedagógica en nuestra cotidiana actuación didáctica.