Si quisiéramos leer todo lo que se ha escrito sobre el amor y la amistad no nos alcanzaría el resto de nuestra existencia, páginas en la red, libros, folletos, suplementos de los periódicos y hasta los filósofos de las esquinas de la plaza, centros comerciales o cafeseros abordan el tema en esta fecha.
Pero ¿Que es la felicidad? Un simple estado de ánimo, una estupenda cuenta en el banco, un empleo bien remunerado, un próspero negocio o una ilusión tan solo.
Hasta donde sé, que no es gran cosa, es algo tan intangible que cuando nos ponemos a pensar en ella, ya comienza a desaparecer, o sea, tan fugaz que cuando nos damos cuenta que la tenemos es porque ya la hemos perdido; además, indefinible como todo lo cotidiano que nos rodea.
Teorías, cuentos, novelas fabulas y comparaciones van y vienen; afirman que la felicidad es como la electricidad que ni Edison, ni Volta o, el mismo Einsten aun usándola como hasta la fecha, no la definieron.
Cuentan que había un rey… (Alto funcionario) que quería ser feliz. Y un sabio (Amigo, los sabios no son aduladores) le recomendó, que a pesar de su riqueza y su poder, para ser feliz tenía que ponerse la camisa de un hombre completamente agradecido con la vida, y cuando los demás súbditos (Achichincles) encontraron aquel hombre inmensamente feliz no conocía la corbata y ni camisa tenía.
Esa fabula como dice un personaje de la televisión, se las dejo de tarea; conminándolos aun sin definición convincente, a brindar a nuestros semejantes la felicidad que a todos nos hace falta; basta esa palabra de aliento, de solidaridad, un poco de humor, algo que cuando menos en un momento lo llene de júbilo, no todo es económico por supuesto, basta con una palmada, una sonrisa, porque dando es como podemos hacernos merecedores de un: Feliz día del amor y la amistad.