Es el amor a quien nos dio la vida, protegió, alimentó e inculcó valores, que si bien es cierto, no siempre son para avanzar en lo material, en lo moral es más que satisfactorio.
La madre siempre recordada, para algunos fuente de inspiración artística, para otros, pasajero malestar que desaparece con el elíxir de la ilusión o hambre de triunfo en la vida.
La caricia inigualable de la madre, esa que se tornó poema, la palabra a la que el artista le puso música, esa melodía que se hizo paisaje en manos del pintor, sin olvidar el beso de aprobación a tus actos, imposible los destruya el tiempo.
Esa nostalgia que como todo tiene su lado hermoso, hay que darle la bienvenida, porque nos hace ver todo aquello que creíamos perdido, lo regresamos, con fantasía si usted quiere, a nuestra existencia, y no se escapa como el humo del cigarrillo a merced del viento.
Siempre es bueno recordarla y venerarla hoy, también antes y después, brindarle a nuestra madre todo el amor con actos de los que se sienta orgullosa, más que regalos suntuosos, y a los que ya no cuentan con su presencia física una reflexión.
Además un poco de llanto es saludable para expresar los buenos sentimientos transmitidos por ella en su permanencia en esta vida; en esta vida que se nos va, pero nos orilla a la otra, a la de la esperanza, a la de la fe, a la de la ilusión de volver a estar eternamente al lado de nuestra querida madrecita que hoy 10 de mayo recordamos como nunca.
Con esa nostalgia que no sólo nos enseña a llorar, también a reir y disfrutar aunque sea sin su presencia física, de su sabiduría con la que el creador dotó a este maravilloso ser, a sus vivencias y ocurrencias con la sana intención de romper una discusión estéril o un momento desagradable.
Es la madre la dueña de todas las virtudes que hoy celebramos y recordamos integrados, como siempre nos desea ver, como una familia, y en el centro, la reina, la madre que todos deseamos ver, feliz, muy contenta y realizada.