En 1582 surgió el Nuevo Reino de León y en 1596 su capital, la ciudad Metropolitana de Nuestra Señora de Monterrey. A quienes lo habitaban les llamaban reineros, un gentilicio aplicado a los residentes de la ciudad como a quienes vivían en todo el reino aun y cuando hubo otras poblaciones. Monterrey se hallaba aislada: Saltillo era el lugar más cercano. Zacatecas, la llamada “madre del Norte”, la población más importante del septentrión novohispano estaba a una enorme distancia. Los primeros pobladores vivieron tiempos de suma pobreza. El gobernador Diego de Montemayor tuvo que alimentarse alguna vez de raíces de lampazos, hojas "de que abunda el ojo de agua".
Las actividades de los primeros pobladores fueron el cultivo de la tierra y la cría de ganados, ya sea mayor y mejor. Los documentos más antiguos existentes en los archivos dan cuenta de otra actividad muy importante como la minería. Los hallazgos de vetas de metales no iban suficientes ni siquiera abundantes. Hubo centros mineros pero no llegaron a sobresalir como los que había en Durango, Chihuahua y Zacatecas. No sabemos el lugar de nacimiento de Diego de Montemayor, el fundador de Monterrey. Para 1572 había muerto su esposa María de Esquivel y en ese año residía en Mazapil. Ahí se casó en segundas nupcias con Juana de Porcallo o de la Cerda. Hay un Diego de Montemayor, natural de Málaga, y casado con Inés Rodríguez, pero pudiera tratarse de un homónimo. Quien trajo a las doce familias para establecer la ciudad de Monterrey era viudo. Le acompañaban Estefanía, su hija, esposa de Alberto del Canto, y los hijos de éstos, Diego y Miguel, siendo aun niños.
Con Diego de Montemayor llegaron Diego Díaz de Berlanga, casado con Mariana Díaz; quien obtuvo merced de tierras al norte de la ciudad; fueron vendidas más tarde a Pedro de la Garza y se conocieron como estancia de los Garza o San Nicolás de los Garza. Diego de Montemayor, el mozo, hijo del fundador, fue casado con Elvira de Rentería. El justicia mayor y hombre de todas las confianzas de Diego de Montemayor era don Diego Rodríguez, casado con Sebastiana de Treviño, originaria de la ciudad de México, padres de tres hijas: Mónica, Inés y Andrea. Juan López casado con Magdalena de Ávila obtuvo mercedes en el lugar llamado la Pastora; sus hijos: Juan, Bernabé y Melchora. Lucas García, apodado el Capitán de la Paz por su conocimiento de las lenguas indígenas; casado con Juliana de Quintanilla, pobló la hacienda de Santa Catarina. Martín de Solís, originario de Querétaro, casado con Francisca de Ávila; sus hijos Juan y Diego poblaron la hacienda de Santa Cruz, actual ciudad Guadalupe. Diego Maldonado, casado con Antonia de Paz con un hijo llamado Juan. Juan Pérez de los Ríos y su esposa Agustina de Charles, procedentes de la Puebla de los Ángeles; sus hijos Juan, Ana, Bartolomé, Alonso, Esteban y Pedro. Fueron también primeros vecinos Alonso de Barreda, Domingo Manuel, Cristóbal Pérez y Pedro de Íñigo, de quienes hay pocas referencias. Contadas las mujeres y los niños sumaban apenas treinta y cuatro personas los primeros habitantes de Monterrey
Pronto llegaron otros pobladores aunque lentamente. No se admitía a cualquiera, pues era necesario hacer una solicitud escrita y además, presentar una fianza otorgada por alguno de los vecinos, garantizando que no despoblaría. De esta manera fueron llegando las familias Treviño, Ayala, Garza y otras. Todas ellas fueron constituyeron las viejas raíces de los más antiguos apellidos y dinastías regionales.
Los fundadores de Monterrey y del Nuevo Reino de León tenían por esposas a mujeres de armas tomar. Las primeras pobladoras de nuestros pueblos, ejercieron el matriarcado, la defensa, el poblamiento y las actividades económicas de las haciendas y estancias que promovieron. Me voy a centrar en tres de ellas: Juliana de Quintanilla, María Rodríguez y Mónica Rodríguez. Doña Juliana de Quintanilla probablemente nació en 1578 en la ciudad de México. Hija del capitán de origen portugués Juan de Farías y María Ana de Treviño. Casada con Lucas García hacia 1596 con quien pobló la hacienda de Santa Catalina. Murió en Monterrey en 1667. El 7 de mayo de 1635, doña Juliana ya viuda de don Lucas García, recibió la merced de tierras que amparaban aquellas que se habían perdido durante el ataque de Huajuco y Colmillo en 1624. Al morir don Lucas García entre 1630 y 1631, doña Juliana de Quintanilla quedó como encomendera y labradora. Los García de Quintanilla formaron una numerosa prole a la cual se les añadieron otros núcleos familiares: Bartolomé de quien no tenemos referencias, solo que se fue a España y regresó. Tuvo dos hijos: Juan y Tomás García Espejo. Diego García casado con Mariana Saldívar (Sosa), Bernardo García con María de Sosa (hija de Vicente Saldívar y María de Sosa); Lucas García el Mozo con Josefa de Ayala, Tomás García con Isabel de Arredondo, Nicolás con Juana Bracamonte, Juana de Farias con Nicolás Flores de Abrego. Ana de Quintanilla con Bartolomé González Hidalgo, María de Quintanilla con José de la Cruz y Beatriz. En la sierra Madre de Santa Catarina hay un cañón llamado de Santa Juliana en su honor.
Doña Juliana de Quintanilla tuvo dos sobrinas tanto de ella como de su esposo: Mónica y María Inés Rodríguez. La primera se casó en 1624 con Miguel de Montemayor, hijo de Alberto del Canto y de Estefanía de Montemayor, nacido en 1586 en Saltillo, muerto el 25 de octubre de 1643 en la hacienda de San Pedro Los Nogales. Doña Mónica era hija de Diego Rodríguez y Sebastiana de Farías Treviño y Quintanilla. Había nacido en 1592 en la ciudad de México y falleció en la hacienda de San Pedro el 30 de junio de 1681. La familia de los Rodríguez de Montemayor fue grande: Diego (1623-1676), Margarita (1626-1680), Petronila (1627-1672), María (1628), Juan Francisco (1629), Domingo Montemayor (1630), José (1631), Bernardo (1632), Mateo (1633), Bernarda (1640) e Inés (1645-1712). Mónica Rodríguez recibió como dote al casarse la hacienda de San Pedro los Nogales. Al morir su esposo ella continuó con la población, recibiendo mercedes de tierras y encomiendas de indios, reconociéndola como “benemérita, pobladora y encomendera”. Al morir sus restos fueron llevados a la iglesia parroquial de Monterrey el 30 de junio de 1681. Hoy en día, la máxima presea que el gobierno municipal de San Pedro Garza García entrega a sus ilustres ciudadanos se llama Mónica Rodríguez en su honor.
La otra hija de Diego Rodríguez y Sebastiana de Treviño se llamaba María Inés Rodríguez, nacida en 1580. En 1602 se casó con Gonzalo Fernández de Castro, quien nació en 1565, hijo de Juan Fernández de Castro y Mayor de Rentería. Gonzalo Fernández de Castro . Don Gonzalo se distinguió como militar y poblador; alcalde Ordinario en Monterrey en 1615, 1626, 1630 y 1635; alcalde mayor en 1641 y 1642 y regidor en 1616, 1624, 1627 y 1629. Tuvieron por hijos a María Mayor Rentería, Clara Rentería, Lázaro y Diego Fernández. El 14 de marzo de 1636 recibieron en merced la hacienda de San Juan Bautista de la Pesquería Grande, la cual pasa a ser de los Fernández de Castro y Rodríguez. Cuando murió don Gonzalo en 1646, Martín de Zavala reconoce las mercedes a favor de María Inés el 14de marzo de 1646. En la cabecera municipal un barrio que nos refiere a doña María, la esposa, mujer y pobladora de la actual Villa de García.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina