Los hijos de Titán formaban una poderosa y gigantesca raza. Llamábanse titanes y eran ambiciosos y osados.
Saturno había contraído matrimonio con Cibeles, y tuvieron hijos numerosos. Mas Saturno, en cumplimiento del pacto que había hecho con su hermano Titán, los devoraba apenas nacían.
Y ocurrió ahora con Cibeles lo que había ocurrido antes con Titea. Ambas eran madres y les resultaba imposible reprimir o vencer sus sentimientos de tales. Los maternales sentimientos de Cibeles no podían sufrir que sus hijos muriesen de modo tan atroz y se propuso salvar a cuantos pudiese. Al nacer Júpiter, o Zeus, se dio maña Cibeles para engañar a su marido, ocultó al niño y lo envió a la isla de Creta, donde lo amamantó la cabra Amaltea, que es, por esta maravillosa circunstancia, la más famosa de las nodrizas.
Mas Titán seguía desconfiado y vigilante. Descubrió el engaño de Cibeles y, creyendo que se trataba de una traición urdida por su hermano Saturno, se levantó contra él, lo venció y encadeno en duras prisiones.
Entre tanto los otros hijos de Urano seguían cada uno su particular destino. Océano se desposó con Tetis, diosa de las aguas, y tuvieron numerosa descendencia. Hija de Ecéano era la bella Anfítrite, la cual, después de meditarlo mucho, aceptó por esposo a Neptuno. Doris, hija también de Océano, se casó con el sabio Nereo, dios marino que poseía agudo talento para predecir lo futuro; de su matrimonio nacieron cincuenta ninfas, llamadas nereidas, entre las cuales adquirieron gran celebridad Calipso, opulenta y hechicera reina de una isla llamada Ogigia; y Cilicia, de quien se enamoró Apolo y fue convertida por ese dios en la planta a que damos el nombre de heliotropo. El más ilustre de los hijos de Océano fue Proteo, dotado igualmente de extraordinarias facultades de adivinación, por lo cual sin cesar la acosaban quienes querían averiguar las cosas secretas.
Continuará
Profr. Santos Noé Rodríguez Garza
Fuente: Editorial Nueva España. S.A. Mitos Griegos