En la sección de Carta a El Norte del domingo 10 de mayo se publicó la opinión de un lector recomendado a los lectores que cuando vaya un candidato a tocar a su puerta y a regalarle un vaso con su nombre para que le apoye, tenga preparada su cámara digital o su celular y tomarse una foto con él, porque yo le aseguro que jamás va a volver a ver esa distancia y menos si es para que lo ayude con un problema de su colonia.
En la sección de Carta a El Norte del domingo 10 de mayo se publicó la opinión de un lector recomendado a los lectores que cuando vaya un candidato a tocar a su puerta y a regalarle un vaso con su nombre para que le apoye, tenga preparada su cámara digital o su celular y tomarse una foto con él, porque yo le aseguro que jamás va a volver a ver esa distancia y menos si es para que lo ayude con un problema de su colonia.
Sin duda, el comentario de este ciudadano señala una situación que, con sus excepciones, es muy común, pues fuera de la época de campaña, cuando los candidatos a algún cargo de elección popular se acercan los electores buscando conquistarlos para su causa, después es difícil verles nuevamente las caras.
Y como aún hay gente noble, o crédula, (aunque en ese sentido han venido cambiando las cosas) todavía hay quienes creen en las promesas de los candidatos, sobre todo cuando les dicen que seguirán visitándolos y muy al pendiente de su situación.
Pero, como del dicho al hecho hay un gran trecho, normalmente no pasa nada, y lo que mas lamenta y critica la gente es el caso de los Alcaldes que, una vez en el cargo, se encierran en un burbuja y se vuelve toda una odisea lograr verlos y que te atiendan personalmente, tal y como lo ofrecieron en campaña.
Entre otras, situaciones como esta son las que contribuyen a que la gente cada vez crea menos en los políticos y a que la desconfianza se vaya generalizando, debido a lo cual, el partido de los abstencionistas gana más adeptos en cada elección.
Por algo dicen que la mula no era arisca.