El Artículo 35 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos señala claramente que todos los ciudadanos tenemos derecho a votar y ser votados para cualquier cargo de elección popular.
Al respecto, es justo decir que aunque todos tenemos ese derecho, debemos reconocer que muchos carecemos de la capacidad o atributos que se requieren para ocupar un determinado cargo, para lo cual el carisma o el físico, pues salen sobrando a la hora de gobernar, y eso está más que comprobado.
Ahora bien, hay personas que tienen como pasatiempo “encuerdar” a otros, a quienes dicen y les hacen creer que tienen algunas posibilidad de llegar a ser candidatos a tal o cual cargo de elección popular, y, lo peor es que se la creen.
Pero en realidad lo hacen de pura puntada, aprovechando la candidez o credulidad de dichas personas, que llegan al extremo de organizar pachangas y soltar dinero a diestra y siniestra alentados por quienes sacan algún provecho de la situación, o que lo hacen por divertirse a costa de algún inocente.
A fin de cuentas, esas cándidas personas no dañan a nadie, si acaso a sí mismos o a su familia, por los recursos que gastan.
En cambio, a todos los niveles han existido, y existen, gobernantes que durante sus campañas nos fueron presentados como personas con vocación de servicio, capaces y muy honestos, y finalmente resultaron un fiasco, pues desaprovecharon la oportunidad que tuvieron, y que muy pocos alcanzan, para hacer algo en beneficio de la comunidad. Pero eso sí, la supieron aprovechar, y muy bien, en beneficio propio y de su parentela y allegados.
En esos casos, los crédulos hemos sido otros.