Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño Villarreal

Sabinerías

Sabinerías

Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño VillarrealLupe el Agradable

Hace algunos años, allá por 1984, organizamos un evento titulado "Narradores de nuestros pueblos", cuya sede fue la Casa del Cronista Profr. Celso Garza Guajardo, ubicada por la calle Mier y Terán antes de llegar a Mina; en esa ocasión participó don Guadalupe Villarreal Garza, sabinense de grato recuerdo y muy conocido en la población como Lupe el Agradable, por su plática sabrosa y comentarios oportunos.

Esto fue algo de lo que dijo don Lupe: "el año de 1929, yo trabajaba con Nicasio Escamilla, era uno de los trabajadores, pos yo sabía muy poco, porque tenía muy poca preparación; en aquel tiempo los padres de uno, con sólo que supiera leer y escribir, le decían "vamos mi hijito, vamos a matiar", ese era el lema; el orgullo de un padre era tener un hijo que supiera trabajar, para cuando sacara ahí una señora, supiera mantenerla, el compromiso de un padre es tener hijos trabajadores.

En eso me fui a Monterrey, luego de que me salí de aca Nicasio, fuimos a comprar una mercancía, cuando los mentados cristeros se levantaron en armas, el general Plutarco Elías Calles no los quería, quemaba las iglesias, pero se levantó Gonzalo Escobar y Marcelo Caraveo de acuerdo con el general Almazán en Monterrey, pero cuando llegaron a esta ciudad, Almazán se desapareció.

Ahí ganó Escobar, pos hubo muy poca lucha, allí mataron al Gral. Zuriaga, lo mató un soldado porque no quería rendirse; a mí me metieron de leva, andaba yo en los bailes, pa’que te hecho mentiras y me metieron al palacio municipal; entonces yo no hallaba como decirle al general o sería teniente o coronel: "mi general, no me da usted permiso de ir a comprar un papel y un sobre para decirle a mi madre que yo me levanto a la revolución con ustedes", si, como no, me dijo, me brinque la tapia y luego me dijo otro compañero que estaba conmigo: ¿y yo, compadre? y donde dije ahorita vengo por ti, vámonos pa’dentro, me equivoqué, era uno de los jefes.

En Monterrey, me toco a mí ir a los bancos a sacar unas monedas, unos montonones de dinero que traían, mil pesos de esos antiguos en un saco de lona y los echaban a la camioneta, a la "julia", sabe cuánto se robarían estos ahí; entonces fuimos a Saltillo, no hubo oposición, luego a Corralitos, a unos cuantos kilómetros de estación Cárdenas, donde pasa el puente por un sólo carril angosto, el puente ferrocarrilero, ya para entonces había más gente, sabían que ya estaba la revolución, pero vino el coronel o general Roberto Fierro y reventó el puente de Corralitos y quedamos nosotros encorralados, entonces Caraveo y Escobar se fueron pa’otro lado y dejaron ahí a toda la gente embotellada.

Luego llegó uno de la gente de Almazán y los ponía de diez en diez y "tons" con una pistola, mate y mate gentes; el trabajo mío era quemar cadáveres, pa’que te echo mentiras, con gasolina, te digo la verdad, que lo más duro del cuerpo humano son las asentaderas, nunca se queman, vuelta y vuelta y nunca se asaban.

Otro día en la mañana, yo agarré un máuser, pos estaba di’atiro muy joven, tendría como unos catorce años y haciendo un ejercicio se me fue un tiro y maté un caballo, entonces el teniente me dio 5 espadazos, pero quedito porque me tuvo lástima, pero a él le dieron 10 por no aplicar bien el castigo.

Pa’no alargarles más el cuento, esa noche me vine huido, pa’que te echo mentiras, me vine por el río, tardé como unos 2 ó 3 días, llegué al Sabino Gacho, ahí aca Catarino, donde había un carro que corría de Monterrey a Laredo. Llegué con mi amá, como a la una de la noche, zas, zas, "¿quién es?, soy yo mamá, ¡mamacita! y que salta mi mamá loca de gusto con su hijo, hombre, no, una cosa enorme ¡ya vino mi hijo! y la grita, y todos lo hermanos, y me querían bautizar al otro día, ya estaba yo cachorrón, grande, si pos no, hay mucho que platicar…"

El anterior es un fragmento del relato de don Lupe el Agradable y su rápida actuación en el movimiento escobarista, una de las últimas rebeliones armadas, después de la revolución mexicana.

Pancho Villa

Después de una batalla, Pancho Villa telegrafió a don Francisco I. Madero: "Hice 20 prisioneros, Los fusilé provisionalmente, Dígame que hago con ellos"; la respuesta de Madero fue, por supuesto: "Entiérrelos".