Para unos era simplemente Camilo, para otros era el zapatero y para algunos más Camilo el zapatero. Él tenía su taller por la calle Escobedo entre Bravo y Victoria cerca o casi junto al lugar que en algún tiempo el filántropo Dr. Ricardo Morales Mireles tuviese su consultorio.
En ese taller vivía y trabajaba Camilo, allí transcurrió su vida entre las cuchillas, los pedazos de vaqueta, los tacones de hule, las tachuelas y el olor a sarolo. Tenía también en ese lugar unos pedazos de madera con forma de zapatos y una varilla al centro que al moverla ampliaba aquellas formas y aumentaba el volumen de aquellos zapatos que no nos quedaban; a esa acción se le llamaba hormar.
También tenía muchos pequeños botes con diferentes tintas, para cambiar el color a los zapatos que le llevaban los parroquianos, él atravesaba diariamente la calle para comprar sus alimentos en una tienda llamada en esa época “La Favorita” de Don Amador Garza.
Hoy vino a nuestra mente Camilo y su taller; donde colocaba suelas, medias suelas o tacones a aquellos pares de zapatos a los que la gente quería prolongar su vida.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.
