La jugadora de Básquetbol, Graciela Santos Buentello, estudiaba en 1958, en el Centro Escolar “José S. Vivanco”. La cancha de Básquetbol mide 28 metros de largo, por 15 metros de ancho más o menos.
Una tarde, en la cancha de Básquetbol de la escuela Normal “Pablo Livas”, (Fundada el 29 de noviembre de 1948) Graciela, se encontraba practicando dicho deporte con sus compañeras, cuando llega Luis Lauro Cervantes y le dice:
– Te apuesto diez centavos, a que no echas la pelota a la canasta, desde el centro de la cancha.
– ¡Juega!, -dijo Graciela muy resuelta.
Y se colocó un poco antes de la mitad de la cancha, preparándose para tirar en la canasta del lado norte. Agarró el balón con ambas manos y tirando de frente y por sobre la cabeza, hizo el largo disparo, que sin tocar la red (casi nunca tenía) para decir mejor limpiamente, ni el aro tampoco, la pelota cayó en la canasta.
Luis Lauro no creía, lo que había visto, mucho menos, que había perdido los diez centavos, y se repuso nuevamente, buscando la revancha: (Ya que un perdido a todas va).
– Van otros diez centavos, a que no la encestas.
Y Graciela volvió a repetir la misma historia.
Lo malo de esta anécdota, fue que Luis Lauro, todavía debe los veinte centavos que perdió. (De perdido que pagara los intereses) -Diría Graciela.