Cupido: el artífice del amor

De Solares y Resolanas

Tradicionalmente relacionamos al día del amor y de la amistad con un corazón y un Cupido flechándolo. Para los griegos Cupido -conocido como Eros- era hijo de Afrodita, la diosa que personificaba al amor y de Marte el dios de la guerra. En cambio para los romanos era hijo de Poros, una divinidad primitiva relacionada con la conveniencia, la oportunidad y la utilidad y de Penia, la cual representaba a la pobreza y la necesidad. A Eros se le presentaba con la forma de un niño o de adolescente, de gran belleza, desnudo y con aire travieso, con unas alas para expresar la ligereza en acción y portando en sus brazos arcos y flechas. A quienes flechaba, inmediatamente quedaban enamorados. A veces se le representa con los ojos vendados, para mostrar que el amor es ciego. De carácter veleidoso se complacía en perturbar los corazones ya sea de los dioses o de humanos.

Eros era la fuerza misteriosa que coordinaba los elementos y aseguraba la perpetuidad de la vida. Era el ayudante de Afrodita, dirigía la fuerza primordial del amor y la llevaba a los mortales. Pícaro y carismático, a veces cruel con sus víctimas pues no tenía escrúpulos. Las flechas podían tener plumas de paloma o de búho. Con las primeras provocaba amor a primera vista y con las segundas, la cruda y cruel indiferencia. Por sus cualidades era buscado por los dioses y por los humanos, pero le disgustaba le pidieran encantar o acercar a las parejas, pues evitaba interferir en la vida de las personas. Tuvo problemas cuando Apolo se burló de sus cualidades como buen arquero. Como venganza, Cupido hizo lo enamoró de la ninfa Dafne, a quien le disparó la flecha con la pluma de búho. Como protección Dafne rezó al dios Peneo quien la transformó en un árbol de laurel, consagrado a Apolo. Afrodita comenzó a preocuparse porque su hijo no crecía y continuaba jugando bromas a los demás. Acudió a un oráculo quien le dio la respuesta: “el amor no puede crecer sin pasión”. No comprendió la respuesta hasta que nació su hijo Anteros, el dios de la pasión. Cuando estaban juntos Cupido crecía y se transformaba en un hermoso joven, pero cuando se separaban, volvía a tener la apariencia de un niño.

Una doncella muy hermosa llamada Psique no lograba conseguir esposo. Entonces el padre de Psique acudió al oráculo de Delfos. Ahí supo que ella encontraría el amor en un precipicio, pero con la forma de serpiente alada, terrible y poderosa. Afrodita le pidió a Cupido la hiciera enamorar del hombre más feo que encontrara, pero cuando éste la vio quedó enamorado de Psique y comenzó a crecer. Para cumplir con su amor, Cupido se la llevó a un lugar alejado de todo, con la condición de que no podría mirarlo a la cara. Cada noche Cupido acudía al lecho nupcial para ver a su esposa, hasta que la curiosidad de Psique la venció. Como castigo Cupido la abandonó, quien con tristeza al despedirse le dijo: "El Amor no puede vivir sin confianza". Psique recorrió el mundo en busca de su amado, superando una serie de desafíos cada vez más difíciles y peligrosos impuestos por Afrodita. Una vez acudió hasta el inframundo a donde llevó un poco de belleza a la esposa de Plutón. Como condición no debía abrir la caja, pero otra vez la abrió y quedó profundamente dormida hasta casi morir. Fue cuando Afrodita la perdonó y mandó a Cupido para rescatarla. Los dioses conmovidos por el amor de Psique hacia Cupido, la convirtieron en diosa para que pudiera reunirse con su amado. Tuvieron una niña a la que llamaron Voluptas, cuyo nombre significa placer. Solo así quedaron unidos el alma y el amor.

El corazón en nada se parece al órgano central de la circulación sanguínea y que tiene unas válvulas por las cuales se bombea la sangre al cuerpo humano. El corazón que siempre vemos en cosas de amor, es un símbolo erótico que representa unas pompitas invertidas.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina