Cuando son pequeños nuestros hijos nos aman, nos quieren y nos respetan.
Cuando crecen acaso ya no nos aman, tal vez ya no nos quieren o quizás ya no nos respetan.
Sí, ellos empiezan a llevar a la corte de su intelecto nuestras actuaciones, nos echan en cara que los hayamos conducido con mano dura y con rectitud.
Cuando crecen nos dicen que ellos son libres y que pueden hacer de su vida lo que quieran.
Cuando crecen, con altanería gritan que el mundo es de ellos y nosotros adoptamos una cómoda y resignada actitud, simplemente los dejamos ser.
Wilde decía “que los niños aman a sus padres, después de un tiempo los juzgan, pero raramente los perdonan”, parece que los patos continuarán tirándole a las escopetas.
Pero así está el mundo y éstas son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.