Las pastorelas que año por año se festejaban el día del nacimiento del niño Dios, se hacían en la casa de un señor de nombre Miguel Frías en compañía de su señora esposa, sus hijos: Refugio, Ambrosio, Miguel, Apolonia, las hijas y otras personas más.
La mayor parte eran familias que hasta los años veinte trabajaron en el mineral de “La pachona”. Sus orígenes eran de San Luis Potosí. Arraigaron en el pueblo y se hicieron acreedores al respeto y estimación de todos por ser gente de bien y de gran trabajo, se convirtieron luego en ejidatarios.
Con un mes de anticipación a la Navidad ensayaban, noche por noche, los rezos, los cantos y los bailables. Cada pastor traía un bastón con muchas sonajas sujetas a la parte de arriba del bastón. Los pastores traían un traje muy vistoso y un sombrero con plumajes. Otro personaje representaba al diablo, otro representaba a un ermitaño y otro que representaba a un hombre muy flojo que nunca trabajaba, nomás se la pasaba acostado, éste se llamaba Bartolo.
Cada noche que ensayaban se vestían con sus trajes especiales y sus bastones. Un grupo de señoritas representaba a los angelitos. También había una mujer que se vestía de ángel; se llamaba Gila y era ella la que dirigía a las señoritas que la hacían de ángeles.
Para esto ya tenían instalado el nacimiento y el portal donde nace el niño Jesús. Ponen a los lados los reyes magos, los ángeles y los animalitos: asnos, bueyes, borregos, camellos y caballos. También la estrella de Belén y otras figuras, todas ellas representadas con muñequitos y otras piezas de barro.
El papel que representaba Gila era el de proteger al niño Jesús del diablo por medio de una cruz. A la persona que representaba al diablo lo vestían con un traje negro, una máscara, cuernos por donde salía fuego, una lengua larga y cuando Gila le ponía el crucifijo enfrente, el diablo huía.
Al llegar la nochebuena se festejaba el nacimiento del niño Jesús. Los pastores le cantaban al niño al frente del nacimiento. Enseguida se dirigían a invitar a Bartolo para que conociera al niño Jesús y le decían que ahí estaba la gloria y Bartolo les contestaba a los pastores que si la gloria quiere verme que la gloria venga a verme aquí; y viendo que era imposible que Bartolo se levantara a ver al niño Dios, lo levantan entre todos metiéndole los bastones por debajo donde estaba acostado y lo llevaban en vilo a ver al niño Dios y en esa forma lo conoció.
Así se festejaba cada Navidad en mi pueblo natal, Sabinas Hidalgo.
Fuente
Título: Las Pastorelas de Sabinas.
Autor: Celso Garza Ríos
Libro: Tradiciones y Costumbres de Nuevo León
Compilado por Celso Garza Guajardo
Primera Edición: Febrero de 1994