Anécdotas softboleras

Softbol

En el largo peregrinar por este mundo suceden hechos sin trascendencia que en la convivencia por lo chusco de repente aparecen, precisamente el 15 de junio en el juego de los Abuelitos Rogelio Pérez Pereyra recordó un par y a solicitud de él con mucho gusto las coloco a la luz pública con el único fin de entretener y de ser posible divertir.

Los que tuvieron la oportunidad de vivir la actividad softboleta del parque Las Anacuas pueden saltarse hasta donde diga: nadie sabe lo que tiene la cazuela nada más la cuchara que lo menea.

Antes quisiera comentarles que mencionado parquecito estuvo ubicado en la parte norte del fraccionamiento El Nogalar y era hermoso circundado por el poniente y lado norte por una acequia de agua limpiecita y una exuberante vegetación predominando las anacuas.

El Club Deportivo Sabinas Hidalgo me confió allá por el año de 1977 la presidencia y de paso la dirección del equipo de softbol, el cual comenzó con una victoria registrada en la página 6 de Semana del sábado 29 de octubre del año mencionado que textualmente dice lo siguiente:

El ampayer Mario Saucedo cantó el pleyboy (sic). Tocando iniciar las hostilidades a los muchachos del Deportivo Sabinas que debutaron con el pie derecho al vencer a los Temibles del Suterm por pizarra de 8 a 4 con lanzamientos del novato Rubén Salas y buen mascoteo de Rodolfo Quezada que mantuvieron en un puño a la fuerte artillería electricista que explotaron en la quinta anotando la de la quiniela con hits ligados de Homero Jasso y Raúl Morales;  3 más en la sexta con imparables de Francisco Treviño, Homero Jasso y Raúl Hernández con error a batazo del serpentinero Cruz Ramos. Por los debutantes se  distinguieron con el basto Rito Amaro 3-2 y Alonso Solís de 4-2.

Pero nadie sabe lo que tiene la cazuela nada más la cuchara que la menea y el problema radicó en que el plantel, con excepción de 2 jovencitos muy aplicados Rito y Rolando Amaro, los demás estaban para llorar; sin cerillos te quemaban el jacal y a cada momento estaban reclamando al amayer, y el manager pasando las Caín para evitar su expulsión.

A consecuencia de lo anterior antes de cada juego los reunía para conminarlos a participar para divertirse, relacionarse, convivir y me extendía más de la cuenta y los jugadores me empezaron a decir “Padrecito”, y en una ocasión que las llamé, abriendo los brazos y señalando el lugar acostumbrado del sermón unos no me vieron o de plano me ignoraron y mi buen amigo Martín Amaro Q.E.P.D. les gritó y con ello se dieron cuenta de mi apodo el público y jugadores participantes “Hey, raza vamos a tomar la ostia con el padrecito y desde entonces adoptó otro nombre el equipo, los bautizaron como “Hijas de María”.

Además de nuestro equipo que Martín hizo campeón como la Tribu participaban 9 más Suterm, Banqueros, Burócratas, Sitio Royal, TA-K, C.N.C., Los Juanes, Perla Negra y Mecánica Agrícola; 5 juegos en un solo parque obviamente se iniciaba muy temprano y terminaba muy tarde.

Así que en la segunda vuelta, con los mismas por la premura del tiempo, sin sermón, ni ostia a medio calentar solo hice el line up.

A las primeras de cambio nos llovió leña y a remover el pitcher y la paliza continuaba y al entrar a ver al pitcher y recomendarle buscara las esquinas cuando el catcher todavía no llegaba al montículo me contestó: “Es que Gelo me pide puro centro”; y al arribar el sujeto en cuestión y solicitante de este escrito le pregunté: “¿Que estas pidiendo?”; con la pequeña pausa acostumbrada por él exclamó: “Carta chica”; por supuesto que el amigo Rogelio Pérez Pereyra se fue a seguirla, o que sé yo, lo real es que había amanecido en el agua.