Historias y Personajes: “El Señor del Serpentario” – segunda parte

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Conde de Agualeguas
Juan Jaime Gutiérrez “El Conde de Agualeguas” y Héctor Jaime Treviño.

ENTREVISTA CON EL PROFESOR Y LICENCIADO HÉCTOR JAIME TREVIÑO VILLARREAL, PRESIDENTE DE LA ACADEMIA DE LA LENGUA VIPERINA

Obviamente, ellos estaban muy resentidos con la mayor parte del clero católico, salvo con el sacerdote Rodríguez de Hidalgo, N. L. quien fue el único que se fue a la lucha revolucionaria y que tomó las armas.

Platicaban de todo, David Berlanga se paraba y les echaba unos discursos de carácter socialista, Chucho “Melenas” que era Jesús Garza Siller y el “Cabezón” Santos, encabezaron las turbas que entraron a los templos en Ciénega de Flores, Monterrey, Salinas, y todos esos lugares. Sacaban las imágenes, las fusilaban, las arrastraban. Ése era el fervor jacobino. Era gente muy dada a la ideología liberal y algunos hasta de izquierda.

Pues bien, resulta que en cierta ocasión estaban en Matamoros, antes de la toma definitiva de Monterrey, don Manuel W. González que llegó a general y que escribió los libros de que te hablé, dice que “la palomilla descansaba, se alimentaba y adquiría nuevos bríos para continuar su obra de alegría y escándalo, convirtiendo en salón de sesiones la afamada cantina de don Pancho Shereck”, reuniones a la que el culto periodista revolucionario Vicente F. Escobedo “Ego”, llamó la Academia de la Lengua Viperina”, para tratar asuntos de política, de la revolución, de cultura, a criticar a los jefes, a mofarse de los presentes y de los ausentes, pero también se decían poesías y entonaban bellas canciones.

Es de ahí, de donde yo obtengo el nombre de la Academia de la Lengua Viperina y aprovechamos una situación muy interesante: Nos reuníamos esporádicamente a tomar café el profesor José Mario Elizondo Montalvo, el ingeniero Jesús Chapa Garza, Leonardo Villarreal García y un servidor.

Resulta que Leonardo Villarreal García era, es y seguirá siendo, cliente asiduo del restaurante “Al”. Desde las 6 de la mañana ya está ahí. Entonces, ¿dónde nos reunimos? Pues en el “Al”. Y para poder platicar a gusto nos fuimos al local anexo. Luego, se integran otros como Armando Leal Ríos, Martín Saláis, Panchito Alvarado, Jesús Iruegas, Carlos González, Rogelio Velázquez, Juan Alanís, …

RES.- Permíteme una interrupción, ¿quiere decir que al principio solamente eran cuatro los que se reunían?

HJTV.- Sí, solamente cuatro.

RES.- ¿Y después?

HJTV.- Platicando con Armando: – Oye, Armando, ¿te acuerdas de aquella idea de una peña? Pues entonces comienza a ir Armando, Rogelio Velázquez de León, Carlos González Rodríguez, Lupito Lozano, Panchito Alvarado que anda en todos estos cenáculos en donde se habla de libros, de historia y demás. Se agregan Juan Alanís, Jesús Iruegas Zavala, Jesús Osorio Morales y otros.

Esto empieza a crecer y se hablaba de la temática diversa que te menciono. Se contaban chistes, chascarrillos…En ese mismo local se reunía otro grupito de 10, 12 personas. Nosotros éramos al principio cuatro, ellos, eran los amos y señores de ese local anexo del “Al”. Entre ellos estaba “La Varilla” Garza, padre de un muchacho beisbolista profesional y otros personajes que todavía van ahí.

RES.- ¿La “Varilla”?

HJTV.- Alejandro “La Varilla” Garza. Así le llamaban. Tipo largo, flaco. Beisbolista de toda la vida. Su hijo jugó beisbol profesional. Ellos se reunían ahí. Pero llegó un momento en que con nosotros se fueron acercando uno y otro, por lo que de repente ya no pudieron estar ahí.

Los invitábamos a que se unieran con nosotros, alguno se incorporó. Ahora, ellos siguen siendo menos de 10 y se juntan ya no en el local anexo, sino afuera. Nosotros nos apoderamos por completo del espacio en que sesionamos. Y en las pláticas, en los comentarios, fue surgiendo – bueno, desde un principio que éramos cuatro – lo que ahora es la Academia de la Lengua Viperina, porque no dejábamos títere con cabeza.

De ahí surge la idea de un servidor, sobre el lema: “Hablamos mal del presente, pero más mal del ausente”. Es así como en un par de horas componemos y recomponemos el mundo. Si nos falta algo, nos queda pendiente para la siguiente sesión.

Continúa…