Como la labor de la escuela no sólo es instruir, sino también mantener vivas las tradiciones culturales mexicanas, diversas escuelas de la localidad montaron sus altares de muertos.
Esta tradición es muy arraigada en los estados del sur del país, no así en nuestra región, en la cual ha sido introducida para mantenerla viva como parte de la cultura mexicana, para lo cual las instituciones educativas han sido un pilar fundamental.
La tradición mexicana de recordar a los muertos como una fiesta se inició desde la época prehispánica, cuando la muerte no era vista como final de la existencia, sino como parte de la misma.
En el altar están representados los cuatro elementos: tierra, aire, agua y fuego, con diversos materiales, generalmente están formados por siete escalones que representan los siete pecados capitales: gula, avaricia, pereza, soberbia, lujuria, ira y envidia.
La Escuela Manuel M. García montó un altar en honor de Doña Teresita Rivera de García; en la Secundaria Leona Vicario fue en honor al Profr. Gerardo Durán Acevedo; en el Jardín de Niños Francisco Zarco lo montaron en honor de Eulalio González “Piporro”; y en el Instituto Agazzi, el altar fue a la memoria de José Marroquín “Pipo”; instituciones que fueron visitadas por nuestro colaborador Juan Manuel Montalvo.