Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

Don Santos y su Ford (Décima primera parte): El río Salado

Páginas Sueltas de la Historia de Sabinas

Profr. Santos Noé Rodríguez Garza

En los años en que Don Santos transitaba por los caminos de la región, se vino el auge de la formación de labores grandes para la agricultura; las había de 40, 50 y más hectáreas: desmontaban, desenraizaban cultivaban la tierra; lo hacían con tiros de mulas, yuntas de bueyes y los más poderosos con tractores y sembradora mecánicas.

Profr. Santos Noé Rodríguez GarzaEn los años en que Don Santos transitaba por los caminos de la región, se vino el auge de la formación de labores grandes para la agricultura; las había de 40, 50 y más hectáreas: desmontaban, desenraizaban cultivaban la tierra; lo hacían con tiros de mulas, yuntas de bueyes y los más poderosos con tractores y sembradora mecánicas.

Para desmontar y desenraizar se ocupaban muchos trabajadores, había cuadrillas de personas al mando de un capataz; les pagaban por hectárea limpia, todo se hacía a golpe de hacha, machete, talache y músculo.

El trabajo se iniciaba al salir el sol, se paraban a mediodía para comer y descansar, el trabajo concluía al pardear, el que más limpiaba, ganaba más, pues el trabajo era a destajo.

Había un rancho en las márgenes del Río Salado, que era propiedad de Don Manuel González: un jacalón alargado de techo de paja, era el refugio de los trabajadores y la vivienda que compartían todos.

Se inició la excavación de una noria para tratar de encontrar agua dulce, para los usos del rancho, pero la cercanía con el río Salado propició que el agua saliera salada, entonces el dueño del rancho pensó que sería bueno hacer un túnel hacía el río; (ya que contaba con permiso de la S.A.G.) que garantizara el suministro constante de agua para el riego de las tierras.

Como no había corriente eléctrica y los trámites para traer una bomba de gasolina de Laredo o de Monterrey eran muy tardados, Don Manuel le propuso a Don Santos que su fortinga sirviera para sacar agua de la noria; ya que había visto trabajar en algunas ocasiones con una rueda en el aire.

Don Santos aceptó, pues era buena la duración del trabajo y la paga también. Para entonces ya se había tomado la decisión de llevar agua dulce en tambos, para el consumo humano.

Continuará…

Profr. Santos Noé Rodríguez Garza