Y el adolescente empieza a tener una especie de emancipación con un gran impulso hacia su independencia.
No se trata de "desobediencia", ni tampoco de una "franca rebeldía", sino que en aquel "niño" ha comenzado el momento de proponerse a sí mismo en forma de ensayo ciertos fines y planes ideales para lo que él considera su vida, mas sin embargo, todavía no es capaz de afrontar situaciones desagradables aunque él las haya provocado y regresa de inmediato al seno familiar para que lo saquen del apuro.
En esta etapa nuestros muchachos tienen una lucha de tendencias y contradicciones, que se quedan perplejos cuando ellos miran hacia su interior, ellos miran hacia adentro y no comprenden, ellos quieren ser comprendidos.
Nosotros como padres o como adultos debemos comprender al adolescente y para ello no solo basta tenerle simpatía, sino vivir sus vivencias, interpretar sus conflictos interiores, aquellos conflictos que lo aquejan y lo molestan pero que con nuestro ajetreo diario no hemos podido descubrir.
En ninguna edad de la vida tiene el hombre necesidad de ser comprendido como en la adolescencia.
Pero así está el mundo y éstas son "Nuestras Cosas".
Hasta la próxima.