Como una masa gelatinosa que al oprimirla se escapa de nuestras manos, así se nos ha ido el tiempo, nuestras caras están hoy marchitas, los movimientos de nuestro cuerpo son cada día más inseguros, aquel cuerpo antes erguido hoy se ve deteriorado, cabizbajo.
El tiempo se escapó de nuestras manos y dejó su huella en nuestro ser.
Nuestros hijos crecieron y los hijos de ellos también, éstos últimos viven en un tiempo de tecnología y avance. Hace ya y tiempo nosotros manejábamos como vehículo una bicicleta búfalo de frenos manuales, también usábamos aquel teléfono al que había que darle “cran” es decir había que darle vueltas a una manivela para comunicarnos a la central, esperar, dar el número y decir si era negro o era rojo, esperar de nuevo a que nos comunicaran, hablar y al terminar darle de nuevo “cran” para señalar que la conversación había finalizado, era toda una odisea el llamar por teléfono, en aquellos enormes teléfonos de color negro Hoy nuestros hijos traen minúsculos teléfonos multicolores con cámara digital y video. Hoy ellos manejan un vehículo motorizado en cuyo tablero hay una pantalla donde aparece un plano con las carreteras que debemos seguir para llegar a nuestro destino. La tecnología llegó a pasos agigantados y lo peor es que muchos de nosotros nos quedamos fuera.
Pero así está el mundo y ésta son “Nuestras Cosas”.
Hasta la próxima.
