En ese portento de libro escrito por el maestro de cronistas, el ameritado profesor sabinense Francisco J. Montemayor Martínez, titulado Sabinas Hidalgo en la tradición, leyenda, historia, nos dice en la página 203, bajo el subtítulo de Alfredo Ramos Martínez, gloria de Sabinas Hidalgo, lo siguiente: En el mes de agosto de 1929, una tarde arribó a la finca de la Hacienda de don Jesús García una muy grande concurrencia; diez o doce automóviles se estacionaron en el patio de la finca; los visitantes eran dignamente atendidos por la esposa e hijos de don Jesús.
Este caballero y gran conterráneo nuestro, regresaba de visitar los campos de cultivo; cuenta enternecido que ya llegando a la finca, vio a un hombre muy bien trajeado que apegado a un sabino (ahuehuete) lloraba amargamente.
Imagen del pintor junto al sabino que dibujó en su infancia, durante su visita a la casa donde nació en Sabinas Hidalgo.
Juzgando don Jesús que iba a habérselas con un loco, se bajó del caballo y atenido a su corpulencia y fuerza muscular se le acercó y lo asió de un brazo y le preguntó que qué le ocurría. El desconocido le contestó: “Soy Alfredo Ramos Martínez, nací en esa casa (señaló la finca de la hacienda); aquí viví los primeros 8 años de mí vida con mi abuelo el entonces dueño de esta hacienda, don Juan Ángel Martínez; este sabino, fue mi modelo del primer dibujo que hice, dibujo que guardo como una reliquia (lo hizo publicar en el Periódico “El Porvenir”, en esos días); me he emocionado al recorrer estos lugares, donde transcurrió mi infancia”; “por ello me halló Ud. llorando junto a este sabino”.
Don Jesús estaba emocionado al tener enfrente a aquel hombre, en el que se veía el drama que vivía; hombre en cuya mente fluían recuerdos de días lejanos, que con filial ternura, se extasiaba en aquel lugar como un creyente en éxtasis sublime.
Permanecieron unos minutos callados y de pronto dijo el pintor: “quiero ir a aquella ramada, porque en ese lugar mi abuelo me ponía a envolver piloncillos con hoja de caña”. Se encaminaron hacia la enramada; junto al rincón de piso de arena donde los moldes de dulce se colocan para que se enfríen, Alfredo Ramos Martínez, se hincó reverente permaneciendo silencioso unos minutos. Un mes permaneció en Sabinas y todas las tardes visitaba con filial devoción la casa donde había nacido.
Prometió regresar; no le fue posible; consagrado a su arte divino, bohemio incorregible, paseó por muchos países dejando la estela luminosa de su arte de maravilla. Cuentan que el año pasado (1946) murió en Los Ángeles, California.
Allá murió el sabinense Alfredo Ramos Martínez, pintor de fama mundial, que supo conservar, firmemente en el corazón el recuerdo del pueblecito donde naciera. Por esa su fidelidad Sabinas inscribe su nombre amorosamente, en la lista donde solamente figuran los sabinenses que no se encastillaron en su egoísmo, que supieron guardar fielmente, en todas las circunstancias y lo tuvieron a mucha honra, el ser nativos de su suelo y guardaron hidalga gratitud de bien nacidos a la tierra de sus mayores”.
Hasta aquí el texto del profesor Panchito, pero hay otro personaje con argumentación suficiente para dictaminar sobre el origen del pintor Alfredo Ramos Martínez, cuyo nacimiento lo fija en nuestro querido municipio Sabinas Hidalgo, N. L. Es el historiador, maestro, político y periodista don Ricardo Covarrubias Chacón.
Allá por el año de 1970, después de haber impartido una conferencia en la Escuela Normal Superior del Estado, y a pregunta expresa hecha por quien esto escribe, al reconocido maestro e historiador don Ricardo Covarrubias acerca del lugar de nacimiento de Alfredo Ramos Martínez, nos dijo lo siguiente: “Yo lo conocí y lo traté mucho, en nuestras pláticas rememoraba su estancia en Monterrey y siempre expresó que nació en la Hacienda Larraldeña de Sabinas Hidalgo, Nuevo León, tu pueblo, pero que lo habían registrado en la ciudad de Monterrey, N. L.”.
Don Ricardo así lo dejó asentado en su libro Nuevoleoneses Ilustres, editado en 1990, por el Ing. Rafael San Miguel Flores Jr. , en las páginas 176 y 177, al hacer la ficha biográfica de Alfredo Ramos Martínez, consigna lo siguiente: “Caricaturista y pintor. En la Larraldeña, municipio de Sabinas Hidalgo, nació este artista nuevoleonés el 13 de septiembre de 1875.
Ocho años pasó en la finca de campo, al lado de su abuelo don Juan Ángel Martínez y en su alma infantil se engendró, en el culto a la naturaleza, el afán de reproducirla en el lienzo y en el muro.
Ramos Martínez recorrió todo el territorio nacional demostrando su ojo genial en la caricatura y su clasicismo pictórico en el culto a la belleza. Fue colaborador del diario regiomontano ‘El Porvenir’.
Después tomó rumbo al oeste de los estados Unidos y se estableció en Los Ángeles, California, ciudad en la cual le apasionó el cine con su gran boato y arte decorativo, dedicándose por entero a la reproducción de grandes escenarios que le dieron prestigio personal y gran honra para nuestro país.
En Holllywood, California, el 8 de noviembre de 1946, dejó de existir en medio de un sinnúmero de lamentaciones, ya que Ramos Martínez había logrado resolver muchos y muy complejos aspectos en donde el cine y la pintura forman un verdadero nudo gordiano”.
Este es el texto de Covarrubias y solo en el campo de la caricatura sus biógrafos no lo documentan, aunque debe haber realizado algunas, pues don Ricardo da fe de su colaboración en el periódico El Porvenir, está por investigarse esta faceta del pintor, si la tuvo.
Este artista de origen sabinense es considerado por los conocedores y críticos de las bellas artes como el padre de la pintura moderna mexicana, pero la importancia dada por los regímenes de la revolución institucionalizada durante la mayor parte del siglo XX, a corrientes pictóricas consideradas como revolucionarias o nacionalistas, conllevó a caracterizar el ambiente artístico y cultural llenándolo con los tres grandes muralistas Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros y José Clemente Orozco, marginando y dejando en la casi opacidad a otros magníficos pintores, cuya obra tiene también las características mencionadas con anterioridad.
La obra del sabinense es revolucionaria y nacionalista lo cual se puede advertir en su vasta producción y en su evolución en el pensamiento y estilo pictórico.
Desde la última década del siglo pasado se ha reconocido a Ramos Martínez como uno de los pilares de la expresión artística en México y junto a los escultores Fidias Elizondo y Federico Cantú, son los máximos representantes nuevoleoneses en la historia de las artes mexicanas.
Alfredo Ramos Martínez nació como ya dejamos asentado en la Hacienda Larraldeña de Sabinas Hidalgo, N. L. El 13 de septiembre de 1871, en la casa de sus abuelos maternos, pero fue registrado en la capital nuevoleonesa, hijo de Jacobo Ramos de San Buenaventura, Coahuila y María Luisa Martínez de Sabinas Hidalgo, N. L. Los Ramos de Monterrey eran una familia de comerciantes con buena posición económica y tuvieron la esperanza que Alfredo siguiera los pasos de su padre y tíos en el negocio familiar. Pero no fue así, cuando se convencieron que desde muy temprana tenía aptitudes artísticas y se inclinaba por el sendero de las artes plásticas, lo apoyaron en esa decisión, venciendo lo pragmático y utilitario de la sociedad reinera de ese tiempo
Por testimonios orales familiares se recogió la anécdota sobre Alfredo, cuando tenía la edad de catorce años y realizó un dibujo del entonces gobernador del estado de Nuevo León, ganando el primer lugar en un concurso en San Antonio, Texas. El premio fue una beca para estudiar en La Academia Nacional de Bellas Artes en la Ciudad de México.
Coincidiendo con los negocios familiares su familia emigró a la Ciudad de México asentándose en el hermoso pueblo de Coyoacán, al sur de la capital mexicana. En el ambiente artístico y cultural de la Academia, Ramos Martínez mostró inclinación por la pintura al aire libre influenciado por las corrientes artísticas europeas del impresionismo y post-impresionismo.
En esa época de estudiante tuvo preferencia por la pintura de acuarela y al pastel, pero su contacto con la información procedente de Europa y la difusión de los óleos de los grandes pintores del viejo continente, hicieron se planteara la necesidad indispensable de vivir en Europa, para nutrirse de aquel saber y estar en contacto con las corrientes pictóricas más avanzadas, asimismo romper las ataduras de los viejos moldes del academicismo, impuestos por los maestros del porfiriato y estar a la vanguardia.
Un hecho fortuito le ayudó a lograr su propósito, cuando visitó nuestro país la señora Phoebe Hearst, madre del magnate del periodismo norteamericano William Randolph Hearst). El presidente de México el todopoderoso Gral. Porfirio Díaz Mori, sabedor de la influencia mediática de Hearst, recibió con honores a su señora madre y le ofreció una cena en honor de tan distinguida dama. Los organizadores del evento cuidaron hasta los más pequeños detalles y le encomendaron a Ramos Martínez el diseño y pintura de los manteles para la cena.
La señora Hearst quedó impresionada por los manteles, de inmediato preguntó sobre el autor de aquellas pinturas pidiendo le presentaran al pintor, quedando sorprendida al conocer al muy joven artista. En el año de 1900, gracias al virtuosismo de su trabajo y a la generosidad de la señora Hearst al financiar su viaje y estancia, Alfredo Ramos Martínez llegó a París, donde estaba en pleno auge del movimiento post impresionista, relacionándose con una serie de pintores, así tuvo la oportunidad de acercarse y conocer las obras de Cezanne, Seurat, Van Gogh, Gaugin, Monet y Odilón Redón.
En París, se desenvolvió con naturalidad en la vida bohemia y cultural, donde el espíritu genuinamente artístico lo atrapó y sintió estar en su mundo. Se convirtió en amigo cercano del poeta nicaragüense Rubén Darío e integrante conspicuo del círculo de artistas y “bon vivants” donde sobresalían Isadora Duncan, Paul Verlaine y Anna Pavlova.
Pasó penurias económicas en Francia y al no tener lienzos donde pintar, dio rienda suelta a sus impulsos artísticos en las páginas de los diarios parisinos, donde quedaron bellamente impresas verdaderas obras maestras, algunas perdidas para siempre en lo efímero del papel periódico y otras, están en manos de coleccionistas particulares quienes las conservan, tanto por su valor artístico, como por su valor económico.
En 1905, comenzó su participación en el famoso y disputado Salon d´Automme (Salón de Otoño), que daba albergue a la más prestigiada exhibición y reñida competencia anual en París, donde los críticos eran terribles y podían hundir en el inframundo o elevar al firmamento artístico a un pintor. Alfredo Ramos Martínez ganó la Medalla de Oro del Salón en 1908.
Después de este logro el pintor sabinense se hizo de una formidable reputación en Francia y su nombre fue conocido en varias capitales europeas; su situación económica mejoró a pesar del retiro de la mensualidad de su mecenas la señora Hearst. Alfredo Ramos Martínez evaluó el entorno y decidió era el momento preciso de regresar a México, decisión avalada por su visión de mostrar y enseñar sus avances en la pintura y también por la añoranza por su país, regresando a México en el año de 1910.
Establecido en la Ciudad de México, fue designado subdirector de la Academia Nacional de Bellas Artes y contando con el apoyo de los estudiantes encabezados por Gerardo Murillo, luego conocido como Dr. Atl e influenciados por los conceptos renovadores, quienes se rebelaron contra el estricto academismo, Ramos Martínez fue designado Director de la Academia en 1913.
Uno de sus principales logros fue el impulso a la primera Escuela de Pintura al Aire Libre en México en Santa Anita, institución a la que le imprimió la influencia del estilo post impresionista, cuyos postulados había conocido y practicado en París.
Entre sus primeros alumnos destacaron David Alfaro Siqueiros y el regiomontano –aunque siempre dijo que había nacido en Cadereyta Jiménez, N. L. – Federico Cantú. Al dejar el puesto de Director de la Academia, se dedicó a abrir otras escuelas de pintura al aire libre. En 1920, de nuevo fue director de dicha institución.
Debido a su labor tesonera y al gran éxito e influencia de las academias al aire libre sobre un numeroso grupo de artistas y por el constante éxito como pintor, Ramos Martínez obtuvo fama y reconocimiento. En 1923, fue condecorado por el Rey de Bélgica, quien le otorgó la Gran Cruz de la Orden de Leopoldo por sus contribuciones a las artes visuales.
En 1928, Alfredo Ramos Martínez contrajo matrimonio con María de Sodi Romero, con quien procreó una hija de nombre María, quien nació con un padecimiento óseo. El sabinense renunció a la dirección de la Academia y viajó junto su familia a la Clínica Mayo en Minnesota para tratar la enfermedad de su hija; después residió en Los Ángeles, California, donde el clima templado ayudaría en el tratamiento de la enfermedad de su hija.
En California hizo exhibiciones en galerías e instituciones reconocidas, siendo reconocido por la comunidad; pronto tuvo discípulos seguidores de su talento y obra, además, coleccionistas admiradores de su trabajo en la comunidad hollywoodense. Dentro de ellos estaban los connotados directores y actores Alfred Hitchcok, Gary Grant y James Stewart, aun más lo estudios cinematográficos lo contrataron para realizar escenografías para diversas películas.
Al morir el 8 de noviembre de 1946, a la edad de 71 años, Alfredo Ramos Martínez ya era un artista muy reconocido en México y también en California, donde hizo murales en San Diego, Santa Bárbara, y tal vez el más famoso en Clarmont, en el Scripps College, quedando inconcluso por su fallecimiento.
En los últimos años se han hecho exposiciones retrospectivas en el Museo Nacional de Arte de México, en el Museo de Arte Contemporáneo de Monterrey y en la Galería de Louis Stern en Beverly Hills, publicándose libros para difundir su obra y en homenaje a este gran pintor mexicano.
Las obras realizadas en California han roto récords en subastas de arte latinoamericano realizadas por la famosa firma Christies. Gracias a su redescubrimiento por críticos de arte y pintores Alfredo Ramos Martínez de nuevo ha brillado y recuperado su importancia entre los grandes artistas de México.
Algunos comentarios sobre la labor pedagógica de Alfredo Ramos Martínez:
“Nadie lo dice ahora, porque el tiempo ha pasado y surgieron diversos intereses, pero el verdadero impulsor de la pintura mexicana contemporánea no fue Diego Rivera, sino Alfredo Ramos Martínez”. Ramón Alva de la Canal citado por Juan Baights, “Los acaparadores de muros” en Excélsior, Diorama de Cultura, 4-VI-1978. P.7
“Fundar en Santa Anita, D. F., una escuela de pintura al aire libre llamada pomposamente “Barbizón” era como fundar sobre el río Sena, cerca de París, una Santa Anita con trajineras, pulque, charros, enchiladas, huaraches y cuchilladas. Esto no quiere decir que Ramos Martínez hizo mal; al contrario, era la reacción natural contra la academia ya en completa descomposición”. José Clemente Orozco, Autobiografía, México, Ed. Era, 1970, P. 40
“Su escuela de pintura al Aire Libre, en la cual se trataba de que la espontaneidad, sin otros antecedentes que los inevitables, se expresara libremente, significó un rompimiento con la tradición que recuerda en cierto modo al fauvismo”. Justino Fernández, Arte Moderno y contemporáneo de México, UNAM, P. 235-236
* Los comentarios fueron extraídos del libro Escuelas de Pintura al Aire Libre y Centros Populares de Pintura de Laura González Matute, Colección Artes Plásticas, Serie Investigación y Documentación de las Artes, INBA-SEP, 1987.
Si quieres observar algunas de las pinturas de este formidable pintor sabinense, acude a este sitio en internet:
Peace Be Unto You, frente de la Capilla en el cementerio de Santa Bárbara (1934)
Alfredo Ramos Martínez (1871-1946)
Retrato de anciano.
La Primavera.
Offering to the Risen Christ, en la capilla en el cementerio de Santa Bárbara, California (1934)
Héctor Jaime Treviño Villarreal