Con ese escandaloso título cabeceó el periódico El Porvenir, en su edición del sábado 1° de marzo de 1941, la noticia que tuvo honda repercusión en las oficinas del Palacio de Gobierno en la ciudad de Monterrey.
Los enconos de la década de los treinta del siglo XX, provocados por el reparto de la tierra, la educación socialista y otras medidas tomadas por la administración del Gral. Lázaro Cárdenas, seguían presentes en Sabinas Hidalgo; por un lado los dueños de ranchos ganaderos y extensiones agrícolas defendían sus derechos de propiedad privada y por el otro, los ejidatarios reclamaban parte de las tierras que no les habían adjudicado.
Si a lo anterior agregamos las diferencias políticas que con motivo de la elección del ayuntamiento, hacían que el pueblo se convirtiera en un hervidero de pasiones, con reuniones constantes en las esquinas, tendajos, cantinas y en la plaza del pueblo, donde cada quien daba su versión y fundamentaba sus puntos de vista. A los sabinenses de aquella época no les interesaba quién fuera el diputado local o federal, ni mucho menos el senador, pero siempre estaban atentos a la elección del alcalde; al parecer todavía sucede lo mismo.
En ese año de 1941, se le achacó al presidente municipal que tenía a los elementos comunistas bajo su amparo y aseguraban los contrarios que “los más jugosos de los empleos oficiales están desempeñados por los líderes del partido estalinista”.
La nota de El Porvenir es la siguiente: “Se han estado recibiendo informes en esta ciudad de que en el municipio de Sabinas Hidalgo, N. L. está dándose forma a un hondo resentimiento en contra de las autoridades municipales que encabeza el actual alcalde profesor Roque Garza, por la forma en que los elementos pertenecientes al Partido Comunista están tomando parte en la solución de los asuntos municipales.
Personas radicadas en dicha población nos manifiestan que en el municipio de Sabinas figuran los más destacados dirigentes del comunismo en dicha localidad, entre quienes está el secretario del ayuntamiento Profr. Rodolfo Jiménez, quien a su vez es secretario general del comité seccional del Partido Comunista; figura también Cruz Acevedo Rosales, quien ocupa el puesto de juez segundo local, así como también Gabino Rodríguez, síndico del ayuntamiento y el regidor Miguel Frías.
Con tales elementos, nos manifiestan nuestros informantes, el comunismo está dirigiendo prácticamente la situación de aquella ciudad, con el descontento de la generalidad de los habitantes, quienes ya se han interesado en el asunto y van a designar una comisión que se encargue de entrevistar al Gobernador del Estado, a fin de que dicte las medidas que juzgue pertinentes para conseguir que los elementos comunistas salgan del ayuntamiento de aquella población”.
El alcalde envió oficios a dicho periódico y al Gobernador del Estado donde negó tales acusaciones y fundamentó el aserto explicando que los enconos partidarios y sobre todo las pugnas entre las clases sociales, tornaban la situación política del pueblo en un remolino que parecía no tener fin.
Los siempre rebeldes sabinenses daban muestra de su participación ciudadana y no cejaban en su intento de hacer triunfar su puntos de vista, aunque en el lado contrario anduvieran familiares, amigos y compadres.