La zona metropolitana de Nuevo León está asentada en tres valles: el del Huajuco, el de Monterrey y el de Santa Catarina. El primero está delimitado por la sierra Madre y la Silla; el segundo por las Mitras al poniente y la Loma Larga al sur, al norte el cerro del Topo Chico y el río Pesquería y al este la sierra de la Silla. En cambio, el llamado valle de Santa Catarina de Nueva Extremadura está conformado por los municipios de Santa Catarina y San Pedro Garza García, una porción de Monterrey correspondiente a San Jerónimo y al poniente llega hasta el Sesteo de las Aves. Al oriente llega hasta el cerro de la Silla, al sur comprende toda la majestuosidad de la Sierra Madre Oriental con sus sitios denominados El Mirador, Chipinque y la sierra de la Ventana. Mientras que al norte está perfectamente delimitado por la sierra de las Mitras y unas continuaciones orográficas de la misma conocida como la Loma Larga.
Estos valles están delimitados por montañas formadas hace aproximadamente 2 mil millones de años. Desde la era Azoica y Criptozoica extendiéndose su formación hacia la era Mesozoica, etapa geológica en donde surgieron la sierra Madre Oriental y la Sierra de las Mitras; como resultado de los pliegues derivados de fenómenos al fracturarse la corteza. Entonces salieron los magmas interiores y modificaron el paisaje local, definiendo los relieves montañosos que en la actualidad conocemos. Obtuvieron sus caprichosas formas debido a la actividad conjunta de la erosión causada por el viento, el clima y las lluvias.
Para quienes vivimos en un municipio de la zona metropolitana, vemos siete cadenas montañas: la Sierra Madre Oriental, las Mitras, la Silla, el Fraile y el Topo Chico con apenas 1,170 metros de altura y al norte la de Gomas y Picachos. Conocemos a las montañas con un nombre en general, pero en ellas encontramos parajes y sitios específicos. Por ejemplo, el cerro de las Mitras se llama así por el sombrero que usan los obispos. Supuestamente la mitra episcopal se ve desde Monterrey. Para quienes vivimos en Santa Catarina apreciamos al menos seis mitras. En realidad éstos son las cumbres o picos más altos de la montaña: el Cuauhtémoc con 2,005 metros de altura, el Perico con 1,980, Pirámide con 1,960, le siguen Piloto, Lobos, Alfa y Apache. Ahora, ¿porqué del lado sur no tiene vegetación?, ¿más bien apreciamos la roca y los muros verticales?, ¿por qué del lado norte hay vegetación con bosque como pinos, encino, oyameles y cedros en las partes altas?, ¿Mientras en la zona media vemos cactáceas, agaves y hasta anacuas, mezquites y huizaches?. Esto se debe a los vientos húmedos procedentes del golfo de México que llegan por la parte norte, conocido como sotaventos y del lado sur, preferentemente llegan los vientos secos y cálidos de la mesa del Norte conocidos como barlovento.
La sierra de las Mitras es un símbolo característico en nuestra fisonomía urbana. Es muy escabrosa y cuenta con numerosos yacimientos de mármol, yeso y metales plomosos. Existe la probabilidad de que antes de 1596, se le conociera a ésta cordillera con su nombre. En el acta de la fundación de Monterrey aparece el nombre de las Mitras en dos ocasiones, refiriéndose como punto limítrofe de su jurisdicción. En los años siguientes se localizaron ricos minerales de plata, surgiendo la más importante y antigua de todas las del Nuevo Reino de León: la Mina de San Antonio, situada enfrente de la zona industrial conocida como la Leona en San Pedro Garza García. Posteriormente se localizaron otros minerales pero no llegaron a alcanzar en importancia a la de San Antonio. Nunca alcanzaron el auge deseado debido a lo difícil de su acceso y a las constantes inundaciones que sufrían sus tiros y túneles. Es más, ocasionó que la mayoría de los habitantes de Monterrey pensaran que el cerro era un depósito natural de agua que suministraba el vital líquido a todas estancias y rancherías del valle.
A partir de 1966, comenzó a urbanizarse una porción territorial al pie de la sierra de las Mitras. Para 1967 llegaron las primeras familias para residir en la unidad habitacional Adolfo López Mateos. Alejada de Santa Catarina como de la Fama y situada al extremo norte de la carretera Monterrey-Saltillo; la colonia se llamó en honor al ex presidente de la república entre 1958 y 1964 y en tono de broma sus habitantes se referían a la nueva colonia como la “Lejos Mateos”. Siempre alejada, gente que batalló y aun sufre por contar con un adecuado trasporte: muchas veces debían recorrer a pie el tramo desde la avenida Díaz Ordaz hasta sus casas. Ya sea en vehículos particulares y a partir de la década de 1970, en camionetas convertidas en peseras y luego en trasporte urbano; una ruta de camiones amarillos con una franja azul y luego camiones pintados de negro con una franja roja con el número de 120. Después del trenazo el 18 de diciembre de 2000, cambió la numeración a ruta 400. Una empresa con camiones amarillos que dan servicio a la zona más densamente poblada de Santa Catarina. Todos los que residen en las colonias que van desde la llamada avenida Cromo que divide a Santa Catarina con San Pedro Garza García hasta las pedreras al noroeste y delimitadas al sur por la vía de ferrocarril. El 50 por ciento de la totalidad de la población de Santa Catarina vive en alguna colonia de la zona norte municipal.
A Monterrey se le conoce como la ciudad de las montañas y también por el emblemático cerro de la Silla, pero la única montaña situada en jurisdicción territorial de Monterrey, es el llamado cerro de las Mitras. El espíritu protector y dador de vida de quienes viven al pie de la montaña. Dicen que el mejor mármol del mundo es el de las Mitras. La cadena montañosa tiene una extensión de casi 20 kilómetros de largo, distribuidos en cuatro municipios: de su lado sur con San Jerónimo- Monterrey, San Pedro Garza García y Santa Catarina y del lado norte con el sector Cumbres- Monterrey y García.
La sierra de las Mitras está compuesta por una extensión territorial de 3,744 hectáreas. Está rodeada de colonias pero también de pedreras en las cuales extraen material usado para la construcción como para la producción acerera. Lamentablemente en esas zonas se hace una total remoción de la vegetación natural y nativa, para dar paso a la explotación desmedida. En los límites entre Santa Catarina y García, han desaparecido literalmente 188 hectáreas de la montaña. En cambio por el lado de Santa Catarina, San Pedro Garza García y San Jerónimo, el daño es más visible y alcanza la destrucción de al menos 104 hectáreas. A cómo vamos, un día van a terminar con una de las montañas más emblemáticas y hermosas de Nuevo León. Por ejemplo, la séptima parte de esa montaña ya fue devastada de manera irreversible. El paisaje, la diversidad de la vida y todo lo que de ella se deriva ha sido destruido. Actualmente operan doce pedreras de un total de 64 que operan en todo Nuevo León. Son las responsables del daño a nuestras montañas y sierras.
Uno de los materiales más explotados es la calcita, que se aglomera en finas partículas, abundante en todas las colonias que también sufren continuamente con las detonaciones. La escasa calidad del aire tienen a Santa Catarina y a García como la región más contaminada de la zona metropolitana, aunada por los contaminantes de las diferentes industrias que aun operan en el sector. La explotación desmedida no es exclusiva de la sierra de las Mitras, también hay pedreras en Sierra de la Silla, en el cerro del Topo, el cerro de San Miguel, en mi querida Sierra del Fraile, la sierra de Gomas y ahora la de Picachos en Higueras. Son pocas montañas en la zona metropolitana están libres de dicha actividad. Ojalá y ya no las dañen.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la ciudad de Santa Catarina