Recientemente se declaró al mariachi, el singular y más representativo de la música tradicional mexicana, como patrimonio inmaterial de la humanidad por parte de la UNESCO. Ante tal declaratoria, quiero hacer algunas precisiones al respecto. Primero, demostrar mi total reconocimiento y alegría por la misma. Ahora para hacer justicia completa, nos falta que reconozcan como tal a la comida y gastronomía mexicana, al igual que algunas lenguas indígenas que están a punto de desaparecer. En algunos casos se hacen las declaratorias como una forma de advertir el riesgo que corren por desaparecer.
El patrimonio cultural puede ser tangible como intangible, material como inmaterial, físico como espiritual. El primero corresponde a todo aquello que se puede tocar y por naturaleza es visible. Lo segundo no se puede ver o tocar, más no obstante ahí permanece. En el conjunto tangible cabe todo lo arquitectónico, artístico, material, visible existente. Entre lo inmaterial corresponde todo aquello que por su naturaleza puede ser susceptible de modificarse para mal y desaparecer en consecuencia, como las leyendas, tradiciones, costumbres, artesanías y cosas que corren el riesgo de perderse en consecuencia de que ya no haya quien las ejerza o realice.
Considero impropio y fuera de orden que se catalogue a la música mexicana interpretada por mariachi como algo susceptible a desaparecer, pues más que nunca vemos como hay grupos musicales en casi todos los lugares del mundo. Tal vez el único riesgo visible que se pueda dar, es la falta o carencia de intérpretes como en su tiempo lo fueron Jorge Negrete, Pedro Infante, Luis Aguilar, Javier Solís, Antonio Aguilar, Miguel Aceves Mejía o Demetrio González por tan solo citar alguno de ellos incluso de compositores como lo fueron en su tiempo Tito Guizar, José Alfredo Jiménez, Cuco Sánchez, Ferrusquilla, Felipe Valdés Leal entre otros insignes músicos. Tenemos música con mariachi, pero actualmente escasean los intérpretes como los compositores. De los nuevos solo destacan los Fernández, Pepe Aguilar, Alejandra Orozco.
Reconocer al mariachi como patrimonio mundial por parte de la UNESCO, es aceptar la universalidad y riqueza de la cultura mexicana. Siempre se ha dicho que México es una potencia de primer orden en asuntos y temas históricos como culturales. Son tas pocos pueblos de la humanidad que se pueden jactar de contar con una riqueza milenaria que nos coloca entre las naciones con mayor tradición en el mundo. Y todo porque en ésta nación se conjuga el pasado prehispánico que oscila entre los 9 mil años antes de Cristo hasta la llegada de los pobladores ibéricos. Hace casi medio milenio, el virreinato de la Nueva España se enriqueció y sintetizó la cultura occidental con estilos renacentistas, barrocos y neoclásicos con elementos y rasgos indígenas como africanos. En la cultura y la gastronomía se conjugaron múltiples razas y etnias para dar origen a una sola, a la cual José Vasconcelos llamó orgullosamente la raza cósmica.
De ibéricos, africanos e indígenas nació el mexicano. El ibérico propiamente no tenía una pureza racial o cultural. Venía de celtas, ibéricos, romanos, griegos, fenicios, hebreos sefarditas y nómadas africanos que se pasaron a Europa por el estrecho de Gibraltar. Los europeos trajeron africanos para trabajar en los duros espacios de la minería. Los pueblos indígenas a su vez estaban divididos en numerosos grupos; como los mayas y huastecos por un lado, los mexicas más ligados con grupos chichimecas y nicaragüenses, los tarascos con fuertes lazos con la cultura andina solo por citar algunos casos. En México la cultura es híbrida por naturaleza. No es pura, es sincrética y amalgamada en un crisol de naciones, etnias, historias, tradiciones y costumbres. Así nació México. Por eso su patrimonio es reconocido, admirado y difundido en todo el orbe.
Es excelente que la UNESCO declaró al mariachi como patrimonio mundial intangible o inmaterial de la humanidad. La UNESCO es la organización de las Naciones Unidas que se encargan de la educación y la cultura de todos los pueblos. El patrimonio es el legado, la herencia, el conjunto de rasgos y elementos ya físicos o inmateriales que se dejan a los individuos para enriquecer a la sociedad y ésta continúe reflejando su esencia a través del tiempo.
A decir verdad, no creo que su designación de inmaterial desaparezca, puesto que hay muchos músicos que se dedican a tocar ésta música en donde predominan las cuerdas, las trompetas y el canto. La música con mariachi es tan versátil que con los instrumentos representativos se puede tocar cualquier tipo de género musical. Es más, sabemos que hay mariachis hasta en los lugares más alejados y distintos de nuestra cultura musical. Hay mariachis en Japón, Estados Unidos, centro y Sudamérica, Europa y otros países que se vuelven alegres y contentos con tan solo escuchar nuestra típica música tradicional del mariachi.
La palabra mariachi puede tener muchos significados con origen cultural e histórico distinto: según esto viene de la lengua otomí y significa día de fiesta. Para otros viene de un cántico dedicado a la virgen María, que mezclaba el náhuatl, el latín y el español: “María ce son”, que significa María te amo. Otros que su origen está en el francés. Cuando los regimientos franceses recorrieron las regiones de Jalisco, Colima y Nayarit llegaron a una boda y vieron a un grupo de puras cuerdas amenizando. Cuando les preguntaron que era, les dijeron: “C´est un mariage”, esto es una boda. O que la palabra mariachi es de origen coca y que de ahí viene el nombre de Cocula. Hasta una estrofa lo señala: “De Cocula es el mariachi”. Su lugar de origen puede estar entre Nayarit, Colima y Jalisco. Y en Jalisco se disputan su origen Teocatltiche, Cocula y los Altos de Jalisco, allá por San Juan y Lagos de Moreno, mis lugares tan amados. Originalmente predominaban las cuerdas, hasta que en la época del cine de oro nacional, se usaron trompetas para darle fuerza y singularidad.
La música con mariachi suena con el alma y con el corazón. En los lugares más propicios y emblemáticos para escucharlo, están en el mercado de San Juan de Dios en Guadalajara, en San Pedro Tlaquepaque o en la plaza Garibaldi en la ciudad de México. Con tequila, con birria, con unos tacos, con los amigos y los seres queridos. Para mí escuchar la música del mariachi, no tiene comparación frente a la catedral de Guadalajara y escuchar la bella canción de Tito Guízar dedicada a la Perla de Occidente. O en alguna película mexicana en donde Demetrio, Antonio Aguilar, Javier Solís o Miguel Aceves Mejía, levantan la mexicanidad a través de la música y del canto con mariachi. ¡Qué viva México a través de su música y de sus canciones!
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina