En 1866, el general Porfirio Díaz se convirtió en uno de los principales caudillos militares, después de sus victorias sobre el ejército invasor en el territorio de Oaxaca. Entonces decidió marchar rumbo a la ciudad de México para auxiliar a las tropas republicanas que también hacían lo suyo en contra del imperio de Maximiliano. Conforme los mexicanos se apoderaban de las principales ciudades del centro del país, los invasores gradualmente concentraron sus fuerzas en la ciudad de México, Puebla y Querétaro. En su huida y a su paso por la ciudad de México, Bazaine logró entrevistarse con Maximiliano, tratando de convencerlo para regresar a Europa. Este no aceptó las condiciones, pues aún tenía la esperanza de recibir el apoyo de los conservadores y del clero. Fue cuando los Estados Unidos radicalizaron su postura en contra de la presencia extranjera en América. Especialmente las cosas se complicaron a raiz del triunfo de los estados del Norte quienes se impusieron sobre los confederados.
Díaz inició el sitio militar a la ciudad de Puebla el 9 de marzo de 1867. El 2 de abril decidió atacar la plaza a sangre y fuego, pues el general conservador, el famoso Tigre de Tacubaya, Leonardo Márquez debía llegar hasta Querétaro para apoyar a Maximiliano y para ello era necesario romper el cerco republicano a cargo de Mariano Escobedo quien controlaba militarmente la región. En Querétaro se concentraron las últimas tropas leales al imperio, en donde estaba Maximiliano, apoyado por los generales Miguel Miramón y Tomás Mejía.
Después de una clara victoria, las tropas de Porfirio Díaz avanzaron sobre la ciudad de México y cerró de una vez por todas los apoyos que pretendían llegar hasta el último reducto imperialista. Gracias a la toma de Puebla fue posible apoderarse de la ciudad de México y evitar el auxilio que podían facilitar Márquez como Vidaurri, quien tras la derrota permaneció oculto, hasta que un norteamericano lo delató y lo llevaron al paredón de fusilamiento el 8 de julio de 1867. La batalla del 2 de abril, dio por resultado una rivalidad entre Juárez y Díaz: uno por controlar la situación y mantener la soberanía y otro por acceder al poder al cual finalmente llegó en 1877.
Ya en la presidencia, Díaz evitó el recuerdo de la célebre derrota que tuvo en Icamole, en Villa de García. En su lugar, sus partidarios y seguidores del régimen se dedicaron a promover la victoria que lograron en Puebla el 2 de abril de 1867. Porfirio Díaz se convirtió en el héroe del 2 de abril y por ello se multiplicaron los nombres de calles y plazas públicas en su honor.
Todos los pueblos y municipios de México debían participar en las celebraciones. Por ejemplo, el 2 de abril de 1895, don Ausencio Rodríguez, alcalde de Santa Catarina dispuso la colocación de 70 placas con los nombres de los héroes más esclarecidos de nuestra patria, dados a las principales calles de la municipalidad: de este a oeste: Hidalgo, Zaragoza, Colón y Constitución. De sur a norte: Abasolo, Bravo, Galeana, Corregidora, Ocampo, la calle Monterrey o antiguo camino de los Saltilleros, la cual cambió su nombre en 1910 por Manuel Ordóñez, Juárez, Colegio de Niñas, Guerrero, Cuauhtémoc (la cual se modificó por Francisco Morazán a partir de 1945), Mina, 5 de Mayo y Simón Bolívar. Con el correr del tiempo, a la cabecera municipal se le añadieron dos calles más, una al oeste a la que llamaron Morelos y una más al norte a la que curiosamente llamaron Santiago Vidaurri. El nombre de ésta calle ha dado mucho de qué hablar, en especial porque hay muchos partidarios quienes consideran a Vidaurri como un traidor pues recordemos que junto con Julián Quiroga se adhirieron al imperio de Maximiliano, cuando se enemistaron con el régimen republicano de Benito Juárez. Por eso quieren que se le quite el nombre de la calle dedicada a Vidaurri, pues Santa Catarina es uno de los pocos lugares en México que cuentan con ésta nomenclatura dedicada al prohombre de Lampazos.
El 2 de abril de 1895, Santa Catarina conmemoró la batalla del 2 de Abril con serenata por la noche en la plaza principal, con repique a vuelo de campana y salvas, todo en honor al invicto Porfirio Díaz, al que llamaban orgullosamente “héroe de aquella memorable jornada y actual presidente de la República”. También aprovecharon los festejos para abrir calles en La Fama.
También a una calle de la colonia Nuevo Repueblo en Monterrey le pusieron 2 de Abril. Recientemente quisieron cambiarle su nombre y llamarla en honor a un reconocido empresario de medios de comunicación que llegó a ser alcalde de Garza García entre 1970 y 1971. Se logró que el nombre 2 de abril no se perdiera y se le añadió Jesús D. González, lo cual es una ganancia y más en un país donde aún no nos reconciliamos con la historia y dividimos a los seres humanos en héroes y antihéroes, buenos y malos. Recordemos que aquellos quienes nos antecedieron fueron hombres de su tiempo y no de los nuestros.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina