A la muerte de don Eugenio Garza Sada, el grupo Monterrey dio origen a dos grupos industriales. Los hijos de don Eugenio se quedaron con la llamada Empresa Madre que es la Cervecería Cuauhtémoc, mientras que don Roberto Garza Sada con otro grupo de empresas, dieron origen al Grupo Industrial Alfa.
A la muerte de don Eugenio Garza Sada, el grupo Monterrey dio origen a dos grupos industriales. Los hijos de don Eugenio se quedaron con la llamada Empresa Madre que es la Cervecería Cuauhtémoc, mientras que don Roberto Garza Sada con otro grupo de empresas, dieron origen al Grupo Industrial Alfa. A don Roberto se le relaciona siempre con el nombre y con el hombre de un preclaro forjador de ideales y de empresas y que por muchos años, fue considerado el corazón y cerebro del llamado Grupo Monterrey.
Don Roberto nació en diciembre de 1895 en Monterrey. Hijo de Isaac Garza y de Consuelo Sada. Luego de una esmerada educación familiar y académica, siempre a la par que la de su hermano Eugenio, se graduó como ingeniero en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. A los 23 años de edad ingresó a la Cervecería Cuauhtémoc donde rápidamente logró hacerse de los principales puestos directivos. Don Roberto se casó con la señora Margarita Sada García y procrearon cinco hijos.
Al declinar don Francisco G. Sada a la gerencia general de la cervecería en 1938, se inició rápidamente una reestructuración administrativa y operativa que le permitiera establecer las bases de un crecimiento sustentable, autosuficiente, a la vez que les permitiera expandir y diversificar la producción de las empresas que dirigían. Dichos trabajos fueron dirigidos por Roberto y Eugenio Garza Sada.
Don Roberto Garza Sada por su sencillez humanista y por sus acciones, bien tiende a representar los valores y principios que una empresa con una firme vocación social que imprime entre sus empleados una clara convicción de que lo que se hace es para beneficio de los demás. Quienes lo recuerdan, lo describen como un hombre decidido a luchar y a vencer los obstáculos para lograr los objetivos anhelados. La búsqueda constante del éxito, la voluntad y la entrega fueron sus rasgos espirituales. Su inteligencia creativa le permitía un sentido cabal de comprensión hacia las soluciones posibles a la problemática humana. Supo reconocer el valor de las personas en las instituciones, de ahí su apoyo permanente e incondicional a la Sociedad Cuauhtémoc y Famosa en dónde participó en la redacción del célebre Ideario Cuauhtémoc.
Existe una gran coincidencia y paralelismo entre los ideales de Don Roberto y los principios del Ideario Cuauhtémoc, ya que ambos, consideran al ser humano como origen, centro y fin de la cultura; como proceso de humanización que pregona la libertad y la trascendencia de la persona, para crear su propia historia.
También a don Roberto se le recuerda por su mecenazgo cultural y apoyo decidido a las artes. Consideraba que la cultura es toda manifestación humana y porque es lo que nos distingue como personas y como miembros de un grupo. Y porque está compuesta por el patrimonio que los humanos hemos formado a través de nuestra historia, de ahí que siempre promovió la conservación y difusión la cultura, las artes y la educación. Porque creía firmemente en el desarrollo de la sociedad se basaba en la verdadera educación promovió en su momento la fundación del Tec de Monterrey y luego fue uno de los protagonistas en la consolidación de la Universidad de Monterrey.
Por sus atinadas decisiones basadas en la prudencia y en la justicia social, es considerado uno de los pilares de la industria regiomontana del siglo XX. Don Roberto falleció en diciembre de 1979. Y sus obras, su legado y su visión aun perduran en la vida ciudades como Monterrey y San Pedro Garza García. Lo mismo que en museos, universidades, empresas y organismos patronales.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina