Don Eugenio Garza Sada, nació el 11 de enero de 1892 en la ciudad de Monterrey. Fue el segundo hijo del matrimonio formado por Isaac Garza y Consuelo Sada. Realizó sus estudios en el colegio San Juan de Saltillo y en el Hidalgo de Monterrey.
Don Eugenio Garza Sada, nació el 11 de enero de 1892 en la ciudad de Monterrey. Fue el segundo hijo del matrimonio formado por Isaac Garza y Consuelo Sada. Realizó sus estudios en el colegio San Juan de Saltillo y en el Hidalgo de Monterrey. Debido a la ocupación de tropas revolucionarias a la ciudad de Monterrey en 1913, la familia Garza Sada emigró a los Estados Unidos en donde Eugenio y su hermano Roberto, ingresaron a la academia militar Western para luego estudiar ingeniería civil en el Instituto Tecnológico de Massachusetts en donde se graduó en 1916. A su regreso de los Estados Unidos, pensaba con insistencia en qué lugar lo pondrían a trabajar en la empresa en donde su familia era una de las principales accionistas. Fue cuando se le ocurrió que era necesario abrir una escuela en la que los empleados y obreros se formaran y capacitaran adecuadamente.
Precisamente el 1 de enero de 1917 don Eugenio comenzó a laborar como auxiliar en el departamento de Estadística de la cervecería Cuauhémoc. De ahí sin importar los lazos familiares y en base al trabajo y esfuerzo, llegó a ocupar la dirección del Consejo de Administración de Valores Industriales, S.A.
En 1921 se casó con la señora Consuelo Lagüera Zambrano con la cual procreó a ocho hijos. Para hacer cumplir su sueño de promover la educación, el 6 de septiembre de 1943 junto con un grupo de empresarios logró el establecimiento del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey. El Tec de Monterrey pronto se consolidó en una gran institución a la que don Eugenio quiso tanto como si fuera el noveno hijo de la familia Garza Lagüera.
La filosofía de don Eugenio está sintetizada en el célebre Ideario Cuauhtémoc. Ahí sobresale su preocupación en torno a la responsabilidad social de la empresa y del código de ética institucional que todo empleado y obrero de las empresas del Grupo Monterrey debía segir. En dichos principios, vemos que don Eugenio entendía claramente el concepto de la dignidad de la persona.
Sabía que la producción no beneficiaba directamente a los empresarios, sino que satisfacía las necesidades de la sociedad. Era un fiel convencido de que si el obrero y el empleado estaban bien, trabajarían con entusiasmo y dedicación. Por ello se promovió para que tuvieran casas, seguro social, un centro recreativo, cultural, y médico y buenas escuelas. Siempre les decía a sus empleados que se preocuparan por su trabajo, que el se preocuparía por sus familias. Fue un creyente de que el éxito es fruto de una familia integrada.
Esas prestaciones fueron ejemplo para que el gobierno federal estableciera el IMSS y el INFONAVIT. De igual forma, a don Eugenio se le debe el festejo a las secretarias el 1 de agosto. Defensor del trabajo físico como intelectual y de la importancia de la mano de obra sostenía: no repartas riquezas, reparte trabajo y elevarás el nivel de vida popular . Para don Eugenio, la generación de empleos y la autosuficiencia, llevarían al verdadero crecimiento y desarrollo de los mexicanos. Consideraba que el dinero y la riqueza solo eran medios para producir más.Verdaderamente se le puede considerar a don Eugenio como un creador y realizador de obras. Fue un hombre de hábitos, de carácter sencillo y abierto, inteligente, observador, discreto.
Don Eugenio murió el 17 de septiembre de 1973. Nos queda su presencia espiritual, sus obras y su legado que aun perduran en la ciudad de Monterrey. Una vez escribió Salvador Novo, que el progreso y el prestigio de Monterrey, se debían al carácter, el talento, la iniciativa y la previsión de don Eugenio. Progreso, justicia social, gran sentido y visión, respeto a la dignidad de la persona y promoción de la libertad en todos sus sentidos. Por el eso, el Congreso del Estado de Nuevo León, lo nombró en 1998 Benemérito del Estado. A 117 años de su natalicio, nos recuerda con su legado, la grandeza y el desarrollo de una ciudad que le debe tanto a éste personaje.
Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de Santa Catarina