Los árboles perdieron su follaje, las plantas de adorno han sido resguardadas para evitar que se quemen con las temperaturas tan bajas que azotan la región; aquellos que amamos los árboles y en especial los frutales, sentimos mucho temor ante la llegada de la ola gélida que en otras ocasiones hemos visto como quema la fruta y los troncos de los árboles; sabemos que el frío mata muchas plagas, pero hay veces que también le hace daño a las plantas, la helada de 1983 dejó una devastación en la arboleda del Barrio del Aguacate, y jamás recuperó su belleza y su esplendor.
Los pronósticos del tiempo resultaron acertados la temperatura estuvo a menos 5 grados bajo cero, en algunos lugares bajó más, en otros menos, pero las consecuencias están a la vista, hay cantidad de vegetación quemada.
Teníamos la esperanza de que cayera nieve en lugar de “Hielo Prieto” como le decían nuestros ancestros; la nieve mata plagas, da belleza al paisaje y deja mucha humedad; el “Hielo Prieto” deja desolación, es tan poderoso que cuaja la savia de los árboles y al congelarla abre los troncos; una vez más perdimos ante la naturaleza y no hay mucho que hacer, esperar a ver que tanto afectó a las plantas, sacar las que quemó por completo y volver a sembrar.
El eterno círculo divino que nos proyecta hacia el futuro y luego nos vuelve al lugar donde empezamos, es infalible; las consecuencias de las malas acciones del hombre las estamos pagando y los que más sufren son los países pobres que pagan las consecuencias del calentamiento global; mientras las naciones poderosas hacen poco caso de los acuerdos internacionales sobre el cuidado del medio ambiente; los pueblos que viven a los márgenes de los ríos y que estaban acostumbrados a las lluvias de los ciclos de la naturaleza, ahora sufren las consecuencias, soportando días y semanas la lluvia constante y viendo como: desgaja montañas, se lleva cosechas, ahoga animales y destruye sus viviendas; lugares hay donde llovía muy poco y ahora tienen exceso de lluvia; en otros llovía con regularidad y las aguas se han alejado.
Tal parece que los vientos helados que se desprenden del Polo Norte, en nuestro caso, llegan con sus frías ventiscas, más lejos, y dejan devastación y dolor, que los humanos difícilmente pueden aliviar en toda su crudeza.
A los habitantes de los pueblos que todavía tenemos un poco de vegetación y un caudal de agua hermoso, sólo nos queda cuidarlos y preservarlos para las futuras generaciones que habitarán el planeta.
SANTOS NOÉ
Cronista Oficial de la ciudad
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo.