En una excursión de pesca-caza, (se aclara que casi siempre decía alguien, vamos a pescar, pero –echa la carabina, por si sale un conejito y así vamos a 2 aguas como los robalos).
Como en 1970, José Enrique Cuevas Rodríguez, invitó a su compadre “Chon”, (Concepción Durán) a la pesca, en su automóvil, color café y con placas extranjeras. Irían al Río Salado, (aunque parece que los salados eran ellos). Fueron por su suegro Teodoro Garza, su cuñado Gerardo Garza y Enrique le dice a Gerardo:
– Echa la carabina 22 que te presté para los conejos.
– Vamos a recogerla, porque se la presté a Roque Garza. –Dijo Gerardo.
La recogieron pero Roque dijo:
– Yo también voy.
– Súbete, -dijo Cuevas e inmediatamente le dice:
– ¿Revisaste que la carabina no traiga ni un tiro?
– Sí, ya la revisé.
– Ponla abajo del asiento.
Y acto seguido continuaron su camino.
Cuando llegaron al camino de terracería, para ir rumbo al poniente por el camino a Anáhuac y llegar al “Paso de las Mujeres”, que sería el destino final, Enrique le dice a Roque:
– Saca la carabina, porque no tarda el conejito en salir y de aquí arriba le tiramos.
Como resorte, Roque saca el arma y le apunta a todos los compañeros, para repetirles que no tenía balas.
Cuevas, como dueño del arma, la toma y apunta hacia el techo, coloca ligeramente el dedo índice en el gatillo, la pone en el asiento, se oye el impactante e inesperado ¡Pum!
Nuevamente, las palabras salen sobrando, un pequeño agujero por dentro, permitía ver el candente sol y por fuera al bajarse vieron que el disparo había floreado el techo. Después, todos asustados y temblando de miedo, regresaron inmediatamente a Sabinas, todos venían mudos y pensativos. La excursión se había suspendido.
Otro día fueron con Homero Gómez por la calle Cuauhtémoc, para que arreglara el agujero, Chon decía a Cuevas:
– Compadre se me va a mojar el carro cuando llueva, (como si aquí lloviera tanto).
Y lógicamente, Cuevas pagó el trabajo, por ser el dueño del arma y al que se le disparó.