Siguiendo con el tema de las flamantes administraciones municipales, en cuyo arranque hay mucha tela de donde cortar, comentaba en una columna anterior acerca de los funcionarios repetidores, o sea, los que quedaron como herencia de las administraciones salientes.
Si la ratificación en el cargo que venían ocupando, o en algún otro dentro del organigrama, se debió a su probada capacidad, honradez y vocación de servicio, está bien.
Pero, muy mal, si ello fue en pago a algún favor o en cumplimiento a compromisos adquiridos por los nuevos Alcaldes con quienes les antecedieron en el cargo, sin importarles que no cuenten con las cualidades mencionadas, e incluso, si fueron muy cuestionados y criticados por su desempeño en el puesto anterior.
En estos casos, cabe preguntarse si no habrá otras personas que puedan desempeñar esos cargos, los cuales podrían adoptar métodos e ideas frescas y novedosas que enriquecieran áreas de la administración que requieren una sacudida en serio, amén de lo positivo que resultaría el surgimiento de caras nuevas dentro del servicio público.
En el mismo tenor, entre otras cosas de las que han dado cuenta los medios de comunicación, se sabe de algunos municipios donde los nuevos Alcaldes han actuado responsablemente y con prudencia, siendo austeros a la hora de contratar personal, buscando hacer más con menos, demostrando que están conscientes de la problemática que aqueja a los municipios.
En contrapartida, hay otros que se han ido en grande, metiendo más gente de la que en realidad se requiere, incrementando la nómina de manera irresponsable en aras de cumplir compromisos adquiridos en campaña, lo que, seguramente, más adelante les cobrará factura.
Castellanos
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo