Por estas fechas, en Nuevo León estamos estrenando autoridades municipales, y, como generalmente ocurre, hay una gran expectativa en lo que a su desempeño se refiere, pues siempre estamos con la esperanza de que los que llegan hagan un mejor papel que los que concluyeron su gestión.
Máxime cuando vemos que se está volviendo común que hacia el final del trienio empiezan a brotar, o se hacen más evidentes, los problemas de las administraciones para pagarle a los proveedores, e incluso algunos servicios públicos como el alumbrado.
También vemos que batallan para brindar de manera eficiente servicios básicos como la recolección de basura, por citar un ejemplo. En estos casos puede aplicarse aquello de que empiezan con mucho brío y acaban en desvarío.
Algo que también se está volviendo una pésima costumbre por parte de las administraciones municipales es endeudarse a extremos riesgosos para su salud financiera y operativa.
En resumen, lo que en muchos casos las autoridades salientes heredan a las entrantes comprende deudas, desorden administrativo, así como equipo y vehículos chatarra y hasta algunas personas indeseables, un coctel que entorpece y no permite a quien se estrena en el cargo arrancar de mejor manera su gestión.
Así las cosas, lo deseable es que las nuevas autoridades hagan hasta lo imposible por romper ese círculo vicioso, empezando por sanear las finanzas municipales (no las personales), y actuar de manera distinta a fin de no caer en las mismas prácticas.
¿Será posible? Dentro de tres años, o antes lo sabremos.
Castellanos
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo
