Ya terminó el primer mes del año y cada día que pasa aumentan las expectativas respecto a la sucesión de Alcaldes en nuestro estado, que ya experimenta la efervescencia propia de este hecho.
Ello se explica porque a diferencia de las elecciones de Presidente de la República, Gobernador, Senadores y Diputados, que también tienen lo suyo, la de Alcaldes resulta más atractiva y emocionante, e incluso más apasionante, porque involucra a personas de la comunidad, a las que se tiene más a la mano y son más conocidas, aunque esto último no siempre los favorezca.
Al respecto, aunque todavía faltan algunas semanas para el registro de candidatos, los aspirantes ya empezaron a moverse esperando que su partido publique la convocatoria para saber a qué atenerse.
Y como sucede casi siempre, en cada municipio han saltado a la palestra personas que ya han ocupado el cargo o que han aspirado a ocuparlo, aunque sin lograrlo, y también algunas caras nuevas que por primera vez se apuntan en un proceso de esta naturaleza.
Ya entrados en materia y de acuerdo con experiencias anteriores, hay un detalle en el que mucha gente se fija que tiene que ver con quienes se rodean los aspirantes desde sus precampañas, por aquello de que "dime con quien te juntas y te diré lo que pretendes", aunque en su descargo es menester decir que en esos momentos es posible que se cuelen gentes de no muy buena imagen o antecedentes.
A querer y no, esta situación de alguna manera puede perjudicar a los directamente interesados, a quienes corresponde "tantearle el agua a los camotes" y guardar una sana distancia de quienes pueden resultar nocivos para su salud, electoralmente hablando. Así las cosas, buscan el remedio, o se atienen a las consecuencias.