El Profr. Margarito Martínez Leal vio la luz primera en ciudad Guerrero, Tamaulipas por el año de mil ochocientos setenta y siete, siendo sus padres el Sr. Valentín Martínez Martínez y la Sra. Dolores Leal de Martínez; la ocupación de sus progenitores eran las labores del campo a las que se dedicó desde pequeño, destacándose por su responsabilidad y entrega a las faenas que le eran asignadas; en los momentos en que pudo concurrir a la escuela, aprovechó el tiempo aprendiendo el alfabeto con suma facilidad y a hacer los cálculos matemáticos con alegría. Al término de sus tares agrícolas solía buscar lecturas que le fueran de provecho y así fue como: los que poseían libros, se los facilitaban para que él se cultivara; se llenó su espíritu de idealismo al conocer las “Aventuras del Quijote de la Mancha” y las grandes prédicas de los hombres de la Reforma: Benito Juárez, Guillermo Prieto, Melchor Ocampo, Altamirano y muchos más. La sociedad pueblerina de aquellos años lo admiraba por la capacidad que tenía para asimilar conocimientos y el buen uso que le daba al lenguaje.
Transcurren los años y el ¡Maestro Margarito! como todos le llamaban: es el Orador Oficial, en todos los actos cívicos y políticos que se celebran en el pueblo.
Cuando empiezan a llegar a la población noticias de que el pueblo de México se levanta en armas para sacudirse la dictadura de Porfirio Díaz, el ¡Maestro Margarito! Vuelve realidad sus prédicas, y sin pensarlo mucho se da de alta en el Ejército de la Revolución y se va a los campos de batalla a exponer su vida por los ideales que cobijan su existencia, con el deseo de que los menesterosos salgan adelante y no sigan sufriendo tanta miseria e injusticia. En el vivaque se entera de las muchas aberraciones y descalabros que los mexicanos sufren por no saber leer ni escribir; lo suyo no es matar gente, ni herir con su arma a aquel que actúa y piensa diferente a él; por lo tanto decide: darse de baja del Ejército y regresar al pueblo a enseñar a los niños las letras del alfabeto; por la ínfima cantidad de diez pesos mensuales que apenas le alcanzan para mal vivir. Para entonces ya está casado con la Srita. Ma. Santos Montemayor con quien procrea una hermosa familia, que la componen: Valentina, Cecilia, Epifania, Juventina, José Miguel y Andrés a quienes educan dentro de las normas morales y costumbres que rigen la vida de las familias honorables del pueblo.
De nuevo envuelto en la ruta pueblerina, recibe de cuando en cuando noticias del giro que ha dado el movimiento armado y un día el pueblo decide elegirlo Presidente Municipal; corre el año de 1917.
Desempeña el encargo con dignidad, imparcialidad y justicia; termina y vuelve de nuevo a las aulas, donde permanece hasta que su mala salud le impide continuar. En su desempeño magisterial ha carecido de todo, pero sus alumnos agradecidos le han provisto de un solar y una casita modesta, y en 1949 el Cabildo, acuerda designarle una mensualidad como jubilación; en agradecimiento por las enseñanzas impartidas por tan ilustre mentor.
El Maestro José Miguel Martínez hijo del ¡Maestro Margarito! Siguió su ejemplo y consagró su vida a la enseñanza, sembrando siempre sembrando, sin saber si algún día recogería una cosecha.
Hoy el pueblo de Sabinas: honra la memoria del Profr. Margarito Marínez Leal, imponiéndole su nombre a una Escuela Primaria y a una calle de la población.
Descanse en paz un soldado de la Patria.
Profr. Santos Noé Rodríguez Garza
Cronista de la Ciudad
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo
Bibliografía: Sabinas Hidalgo en la Tradición, Leyenda, Historia de Francisco J. Montemayor. Entrevistas: Índira Montemayor, Homero L. Ibarra, Claro F. Escamilla.