La Ermita
Uno de los lugares con mayor presencia en la mente de los sabinenses, es sin duda, La Ermita, construcción edificada en 1941, y que es punto de referencia en las pláticas de nuestros paisanos.
Textos de hechos históricos de Sabinas Hidalgo, Nuevo León escritos por el Profr. y Lic. Héctor Jaime Treviño Villarreal.
Uno de los lugares con mayor presencia en la mente de los sabinenses, es sin duda, La Ermita, construcción edificada en 1941, y que es punto de referencia en las pláticas de nuestros paisanos.
Con ese escandaloso título cabeceó el periódico El Porvenir, en su edición del sábado 1° de marzo de 1941, la noticia que tuvo honda repercusión en las oficinas del Palacio de Gobierno en la ciudad de Monterrey.
¡Lluvia, lluvia! Claman los sabinenses tras soportar los calorones de los meses de mayo, junio, julio y agosto de cada año; en ocasiones se habla en el pueblo de hacer una peregrinación en rogativa por la lluvia y hasta traer a la milagrosa efigie del Señor de Tlaxcala de la iglesia de San Miguel de Bustamante, N. L.
Era un mes caluroso del año de 1952, la reseca tierra pedía agua a gritos, el polvo era el denominador común en las calles del pueblo; el cielo, egoísta en nubes, mostraba un color azul muy especial, mientras las altas temperaturas hacían que la sufrida gente buscara refugio en las viejas y frescas casonas de sillar o en los jacales de adobe, techos de palmito y piso de tierra, también muy frescos; nadie osaba salir entre las dos y cinco de la tarde.
Al iniciar el año de 1944, la efervescencia política en el pueblo no tenía fin; belicosos, nuestros paisanos, no se daban respiro en atacar a las fracciones contrarias, los líos no terminaban; el blanco de los ataques era la administración municipal encabezada por don Encarnación González, pero sobre todo, el comandante de policía, el tremendo y muy conocido como “El Ciclón” Antonio González.
Reconocer y valorar la función del maestro en México y el mundo, no es cosa de todos los días, más bien, es un hecho inusitado, aislado, se da cabida en la prensa diaria y en los noticieros radio-televisivos y de Internet, a las situaciones embarazosas y negativas del magisterio, no a la proeza diaria, no a la faena cotidiana, no a las pequeñas historias llenas de heroicidad, de esfuerzo y tesón.
Eran otros tiempos, pero las manías políticas habían sentado sus reales, corría el año de 1925 y gobernaba el Estado el Gral. Porfirio González; la parte final de su inconcluso mandato fue un caos: el control de los asuntos políticos salió de sus manos, los opositores se dieron gusto en la prensa y la radio, enderezando toda clase de críticas hacia su persona y colaboradores.
Dentro de la gente que luchó por la guerra de Independencia, se encuentra una tribu extinta y olvidada, la de los indios carrizos. Estos recorrían el Estado de Nuevo León, sobre todo en invierno, esperando la primavera, para después trasladarse hacia el Valle de Texas y la Costa del Golfo de México; los lugares donde se establecían, llamados rancherías, estaban reducidas a 10 ó 12 cabañas construidas de hojas de palmas, esparcidas en el bosque y que se comunicaban por veredas estrechas; en ellos se encontraban las armas como fusiles, arcos y flechas.
Oriundo del más tradicional barrio de Sabinas Hidalgo, N .L., el barrio del Aguacate, donde nació en 1931; a los diecisiete años se afilió al Partido Comunista, precisamente en 1948, donde inició su formación y conformación ideológica basada en los principios y leyes establecidas por Carlos Marx, Federico Engels y Vladimir llich Lenin.
En toda comunidad hay personajes que dejan huella en las actividades que emprenden; casi siempre la historia registra a aquellos que se distinguieron por algún acto heroico, o por haber figurado en la política; menos propensos a ocupar alguna página en los fastos de Clío son los escritores, los deportistas y la mayoría de la población que cotidianamente cumple con la faena diaria, es decir, los que forman la gruesa legión de los "sin historia", de los marginados de la historia.