La formación cívica y patriótica

De Solares y Resolanas

En un ambiente donde lo importante era justificar el sentido de la patria frente a lo nacional, desde tiempos de Benito Juárez se propuso un calendario cívico que difundiera los principales hechos históricos en los cuáles la patria tenía su origen. Entonces las fechas memorables para la patria, desplazaron a las del año litúrgico. El México colonial y decimonónico basado en el concepto de nación histórica y cultural, debía ceder su espacio al México patriótico. Si el primero consideraba a la tierra como madre y era el lugar cercano en el cual se nacía, movía y existía, ahora lo nacional, lo federal y lo republicano se constituían en un lugar imaginario en donde todos cabían armonizados por las leyes y las instituciones. Una patria definida por un territorio espacial y en donde todos somos iguales. Entonces lo nacional se nos presenta como un padre. Y esos valores patrióticos fueron los cimientos que estructuraban a la nación.

La formación cívica y patriótica no es exclusiva de nuestros tiempos. Pertenece a la historia de la humanidad quienes buscan en ellos referencias para la unión y el progreso de los pueblos. Por ejemplo, en Esparta el ideal era formar ciudadanos respetuosos de sus dioses, patriotas, bravos y fuertes por y para el Estado que era de corte socialista. En tiempos de la Roma Imperial, el ideal pedagógico reside en el amor a la patria y en el aprendizaje de virtudes aptas para la vida del campo, como la laboriosidad, la parsimonia y la constancia. Estos propósitos pedagógicos conformaban la llamada “Civitas” romana. A través del estudio de las XII Tablas adquirían la memoria histórica y una disposición para y en la vida, luego añadieron el arte y los preceptos jurídicos y políticos del imperio. La virtud romana se basaba en la piedad, la honestidad y la austeridad. Plutarco propone tres factores esenciales para la educación: naturaleza, arte y hábito. En ellos encuentra una analogía agrícola: la tierra es la naturaleza, el campesino el arte y la simiente fecunda es el hábito, e igual forma propone la biografía como medio de educación. Entonces, el ideal educativo de los griegos era la paideia, para los romanos la civitas y en la edad media y en el renacimiento era la humanitas. Entendiendo estos ideales pedagógicos, entenderemos la vigencia y la importancia que éstas tuvieron en su tiempo para mantener la unidad, el orden y el gobierno de los pueblos.

La educación cívica es el espacio en el que los alumnos y las alumnas deben formarse en los valores y actitudes que le permitan una mejor convivencia social, cuya intención es la formación de valores, conocimiento y comprensión de los derechos y deberes y el fortalecimiento de la identidad nacional. Se basa en la aplicación de la propuesta del Artículo Tercero Constitucional para formar en los principios de laicidad, democracia, conciencia nacional y la mejor convivencia humana. El civismo es importante porque nos permite relacionarnos de la mejor manera posible, procurando nuestro bienestar y el de la gente que nos rodea. Los contenidos temáticos en la escuela tienen que ver más con la conciencia de nuestro actuar, la capacidad de elección y la responsabilidad de nuestros actos; de ahí que haya una materia que se llame Valores y Formación Etica. En pocas palabras, se les enseña a vivir en la sociedad actual.

Pero la sociedad actual tiene una perspectiva histórica. Ahora, ¿para qué recordamos fechas insignes y significativas? Un santacatarinense de llamado Samuel Scott, en 1885 se refería a lo siguiente. “Siempre respetando y haciendo cumplir las órdenes y leyes que nuestros antepasados legaron a nuestros gobernantes que han sabido interpretar el espíritu de aquellas sabias disposiciones o ya en el campo de batalla donde han coronado sus frentes con laureles de inmerecible gloria”.

O también “para cantar aquellos triunfos a las generaciones a fin de que aquellos vean en el libro de nuestra historia, con caracteres de fuego, una página más y con éste sepan tributar amor a su patria, tantas veces regada con la sangre de nuestros hermanos y puedan con orgullo enseñar a sus hijos las glorias de los que supieron conquistarlas”.

Cosme Garza García, quien fuera secretario del Ayuntamiento de Santa Catarina en 1885, señalaba en un discurso de la época la necesidad de conmemorar nuestras fechas más significativas para promover “el recuerdo imperecedero y el sagrado deber que tenemos de solemnizar nuestras glorias patrias y el de rendir culto y homenaje a nuestros libertadores… El amor patrio, el reconocimiento y la gratitud hacia nuestros héroes, hacia esos denodados patriotas”.

El año pasado, para asistir a una ceremonia cívica en honor a la batalla de Santa Gertrudis en Camargo, Tamaulipas, pedí ayuda a mis funcionarios municipales. Solo recibí la siguiente respuesta: “tu vas hasta donde se le ponchó la llanta a Benito Juárez” y no recibí el apoyo requerido. No obstante asistimos a Camargo, Tamaulipas en donde nos recibieron con el corazón en la mano. No debemos permitir que nuestros funcionarios, quienes por ley y por obligación moral, nos quiten la oportunidad de acrecentar el amor a la patria y a los valores que los sustentan. Estoy seguro que en estos momentos tan extraños y difíciles, son los que nos permitirán salir adelante. Prueba de ello es que el amor a la patria y a la nación, hicieron posible la construcción de un mundo mejor y de un México repleto de instituciones. Aun y cuando teníamos problemas similares o peores a los que tenemos hoy en día.

Antonio Guerrero Aguilar
Cronista de la Ciudad de Santa Catarina