Me dijo mirándome a los ojos, con una mirada luminosa y nostálgica, aquí nací: también mis padres, mis abuelos y todos mis ancestros.
Aquí me crié corriendo por sus calles, jugando con los amigos: al balero, al bote volado, al burro bala, a los caballitos, a los encantados, al trompo, a la pelota y a las canicas; cuantas veces quisimos nos fuimos a bañar al río y con una caña de pescar improvisada atrapamos mojarras, bagres y robalos y los traíamos a la casa y si de casualidad llevábamos con qué hacíamos caldo.
Amo a Sabinas por que sus mujeres son bonitas; las madres son cariñosas y buenas, algunas sí son enérgicas y te conducen con premios y castigos.
Amo a Sabinas por que sus hombres son trabajadores, honrados y personas de bien, por que me enseñaron a ganarme desde pequeño el pan de cada día: boleando, vendiendo periódicos, pan u otras cosas, haciendo mandados o ayudando al padre en sus trabajos: despachando a los clientes en el pequeño comercio, mateando en la labor o temporal, chamuscando, sacando agua de la noria, picando nopal o dándole de beber a los animales, vendiendo casa por casa los productos que en el hogar se hacían, o la carne de los animales que se sacrificaban.
Amo a mi pueblo por sus fiestas bullangueras, por las risas de las muchachas y los colores de sus vestidos; por la música de sus orquestas o grupos musicales, por que la raza siempre se juntó pa' platicar y tocar la guitarra y cantar canciones.
Lo amo por que sus escuelas se han diversificado tanto que sólo los que no quieren dejan de estudiar.
A donde quiera que fuera la comparé con lo que visitaba y me quedé con lo modesto de las construcciones de mi pueblo y sobre todo con el calor humano de sus gentes.
Amo a mi pueblo por que al llevarlo en mi corazón, me llevo un cacho del paraíso y entre más me alejo lo quiero mucho más.
Se fue dejándome sorprendido por sus sentimientos, sin pensar siquiera que yo también lo amo por las mismas razones.
SANTOS NOÉ
Cronista de la Ciudad
Miembro de la Asociación de Escritores de Sabinas Hidalgo
